Amor tacaño

El prado de Proserpina




Flora Borsi



Porque tú eres como el tapiado mañana, 
la nube en la ventana, 
también la excesiva pulcritud de la palabra... 

Amor frío, amor tacaño, 
oscuros besos que despiertan en mi 
la maldad y el engaño...
Fantasma, diablo, 
que con tus ojos claros
 robaste mis manos 
y me ataste a la libertad secreta
 del vil engaño...



Tu risa

Esse Imaginaria


Dulce demonio de la risa,
 que me posee con el hechizo
 de tu aliento sobre mi nombre, 
dulce el espanto que me abriga...


Thomas Dodd


Ay, risa que paren las flamas 
de tus avernos inquietos,
 acicaladas con los gruesos 
velos de tus pupilas...!!

Te quiero, 
sonrisa despreocupada y expuesta,
y me entrego
 ante el poder que me da la vida...

Risa perversa, de mañana, 
bajo la luna y sobre el viento,
risa de mi aliento en tu aliento
desde el ocaso a la luz del alba.

Mueca divina y despreocupada,
 signo inequívoco del cielo...

Brillo del cariño, 
guiño de pasión, 
orla divina que con su vaivén
 mece mi corazón.


El prado perdido

El prado de Proserpina


No era una flor, 
no era un suspiro,
 no una nube 
rauda y bella, 
ligera estela no era.

 Nunca fue pájaro, hombre o mujer
 ni animal de aparente vida dotado, 
mas dotada de vida a su parecer...

 Y sintiera al amanecer los campos, 
tintando sus adentros de ilusiones,
si a lo lejos aparecían dorados... 

No era hada ni estirpe fantástica, no era irreal sino realidad callada, y en su prado pequeño y escarpado reinaba sobre briznas de hierba, insectos y florecillas que en verano buscaban su sombra y su amparo contra los afilados vientos el resto del año.

Sabíase y eso le bastara para existir,
 porque ella piedra era.




Sola sobre su diminuto y alto prado, dominando los ciclos del cielo, dominando los cuatro vientos magos, dominando sobre su aterciopelado prado de hierbas y nieves, como alta reina regentaba su universo dorado.

Un día después de muchos muchos días pasados,
 quizá fueron siglos con su lenta carga de años,
 un ser seguido de otros semejantes surgieron sobre su valle
 invadiendo casi toda su superficie, desde las profundas paredes
de su poderosa e inmóvil montaña.

 Los trinos de los pájaros
que a veces escuchara desde lo hondo
 y viera volar sobre lo alto,
el gemir y el bramar de los vientos
 se sellaron, ante el ruido de los extraños.

Parecían cansados, el sol bramante los estaba quemado, más ayudarlos no pudo como hiciera con sus briznas de verde hierba y con las florecillas que crecían a su vera cada verano, puesto que sus envergaduras eran diez veces más una la de ella...

Sufriendo el caduco sufrimiento de sus endebles cuerpos tal como hiciera un espejo, la piedra pareció temblar, como cada vez que uno de los seres que le rodeaban padeciera...

Pasaron varias horas;
 horadaron su prado con un palo
 que lucía un colorido trapo,
machacaron sus florecillas
y sus briznas de hierba con sus pesadas botas,
 comieron cosas extrañas
 y sus desperdicios el virgen reino
ocuparon...

Al fin parecieron descansados y felices. Recogieron sus cosas más valiosas para marchar y piedra sintió como un enorme peso la dejaba.
¡Los extraños y dañinos seres se marchaban!!
-Espera!!
-¿Qué haces? Venga!! Tenemos que estar abajo antes de que caiga la noche!!
-Espera tenemos que llevar algún recuerdo, una prueba de que estuvimos en esta cumbre...
Y el gigante sacó de un saco un martillo y un cincel  y de varios dolorosísimos golpes arrancó gran parte de la piedra que se sintió partir como una hoja seca, se notó levantar de su posición eterna, cayendo de golpe en el fondo del saco junto con otras herramientas.



Se fue...

El prado de Proserpina



Se fue y me deja en el pecho una puñalada de amor desabrazado, en el recuerdo, en el aliento entrecortado, en los ojos que quieren rebosarse y no se dejan, en el recuerdo pirograbado.

Se fue y el dolor de su ausencia es físico y mutila la carne lentamente, lentamente como una enfermedad espiral sin remedio. 

Pero así ha de ser esta marcha feliz que no tiene remedio, porque es el viaje del fruto que dice adiós a la rama que le dio su ser, como la gota de lluvia que de la nube se precipita para conocer las alturas vertiginosas y apagar la sed de alguna flor ya casi bendita.

Bartolomé Esteban Murillo

Adiós, mi niño de oro, adiós, mi tesoro, cuídate allá a lo lejos que hace frío y estás sólo. Adiós mi bien, vuelve si lo necesitas, vuela de vuelta hasta las lejanías que te llevaron de mi mano a los confines de la vida, al lado oculto de la luna
 que no se ve a través
 de las gruesas lágrimas 
que inundarán ya para siempre 
estos ojos.

[Para mis dos soles]

Lejos

El prado de Proserpina





Estar sin saber estar, 
ser sin apenas ser,
 sin el día ni la noche existir, 
así como el profundo y oscuro
 agujero de un olvido... 

Sí, es esa ausencia estando presente, es el vahído del entendimiento, la malhumorada soberanía de lo tangible, es y siempre es una guerra perdida y vana y eterna...


AM Lorek

Existe sin saberlo... y sin saber escuchar los gemidos ni los llantos ajenos, sin notar el tacto del viento, sin apenas entender una palabra perdida en la conversación de una cálida mirada. 

Existe en un mundo paralelo, como el reflejo de un espejo en la casi oscuridad, como el halo del aliento en un día invernal...

¡Tan lejos es y aún así puedo tocarle...!!!

Es ausente a mi realidad de sueños y risas, a mi mundo de llantos.  Es inútil explicar entonces los tonos de los amaneceres a este ser, porque es absurdo para él contemplar del día el último rayo, oler las flores cuando llaman al amor, las aguas en la fuente inquieta, los reflejos escuchar en el tranquilo lago...

Es pues un ser de piedra, que teje trampas a los inocentes incautos que pagan años de condena sus engaños.
 Y es aún así el ser de piedra en este mundo junto a mi, puedo tocarlo... pero en un universo muy lejano, paralelo, cortante, cosecante y malvado.

No me das miedo, 
nunca he temido al infierno 
y puedo buscar la luz 
en el fondo de los ojos del diablo.

 Siento tu dolor, tu falta, 
tu indiferencia...
 Siento, 
siento tener que derramar
 mis lágrimas 
sobre tu reluciente sudario.

¿Quizá esta distancia 
no sea equidistante?
 Y quizá tú estés de mí más lejos, 
más alejado?
¿Por qué sino yo pueda notarte
 más tú no puedas notarlo?

Quizá entonces resulte
 ser realmente yo el reflejo... 
Quizá sea yo el alejado, 
quizá es mi mundo el que esté muy lejos 
y al fin sea yo el auténtico diablo...

Cada mañana

El prado de Proserpina



Los pájaros cantan y el sol invade oblicuo la estancia. Los jazmines embriagan con su canción de aromas tan densos como el poderoso hechizo del alba…
 El mundo queda lejos, la naturaleza manda…

The Lady of Shalott by Shanina Conway


La parra ya guarda celosa su paz sellada, 
sus frutos lentos y dorados y su sinuosa escalada, mientras que el sol lo atraviesa todo, 
primero lento y suave, luego con su manto inmisericorde que el rocío achicharra 
¿Pretende despertar mi alma...?

Los sueños uno a uno se han ido terminando,
amanece el día, se sublima el alba 
en rojo intenso y cálido naranja
 que atrae magnético el confuso llanto.

El lago canta muy suave
 una canción casi inaudible de ranas,
 un perro a lo lejos se despereza, 
y los gorriones se acicalan…

El río murmura su eterna canción, insistente, insistente, repetitiva, previsible, indescifrada y mansa…

El día se calienta, se enfría la piel del alma...

En la oscura noche llamé por su nombre a la luna que vino a verme a mi ventana, en la mañana lloro su ausencia con lágrimas que el sol calienta con su manto de gruesa lana; y me sonríe necio sin saber comprenderme, porque no entiende, este amante ciego, que mi pasión me espera impaciente como yo la anhelo, cada amanecer justo a su marcha.

Al ocaso la luna amante asomará de nuevo sus blancos cuernos tras de la parra, mecerá sigilosa mis sueños y raptará mi ser a su frío lecho de nácar… A la noche el rocío caerá sobre mis hojas ya casi quemadas, y les dará la vida del que cabalga más allá de las lomas color plata.
Brillantes y negras colinas conducen al cielo de los sueños sin alas, inmisericordes y candentes cordilleras me roban de ti, cada mañana.

Mi amor está oscuro, mi pasión muy clara, mi sueño duerme al fresco de la noche maga. 
Y vivo en las sombras, sueño despierto y camino cada día a desgana sin norte ni luz, mientras dura el inabarcable y tenebroso laberinto de lo cierto.


El gorrión

El prado de Proserpina


Como la marea la vida va y viene, y va y viene a mi ser, como la marea y su reina la sonrisa me visita y la sonrisa me deja, como la cadencia de tus pestañas y la de esa música lejana muy lejana que nunca me deja...

 Tal como el irregular brillo sobre las plumas de un gorrión que vuela indeciso al sol de la mañana, la alegría me inunda, la paz me llama, la añoranza me reclama y la tristeza exige poderosa su sitio en esta plaza.


[Artista no encontrado] Agradezco cualquier información


 Altas son mis murallas,
 como altas son mis penas 
mis piernas,
  y alta la mirada... 

Decrece el horizonte 
a cada latido de tu corazón
 lejano y de plata que me devuelve el eco misericordioso de esta montaña...

Gano y pierdo esta batalla, 
pierdes y ganas... 
A veces sonrío y me engaño 
a veces sonrío y me sincero 
frente al viento salvaje, 
frente al enemigo enano
 de corazón mecánico 
y de hierro.

Nunca lloro, 
la batalla no está acabada,
 mi rodilla no toca el suelo
 y loca se levanta mi mirada.


Y si hoy estoy vencida, mañana estaré sobre una loma lejana, mirando al mundo desde lejos, muy lejos, viéndome muy lejos de la gente ahogada, bebiendo a largos sorbos las nubes del cielo...

Y subiré ahora a mi montaña
 lejana, sureña, de rocas blancas,
 escarpadas y bellas. 

Subiré para no bajar más,
para respirar muy hondo
 y mis pulmones luego vaciar, 
contemplando enamorada el vuelo débil 
e indefinido de algún gorrión, 
de alguna hoja caída,
 de algún lucero...

 Y así podré yo misma 
y el mundo podrá gozar, 
viéndose al fin vacío 
de mi presencia.



El septimo imperio ingobernable

Esse Imaginaria


Imperio ingobernable,
de casa sin ventanas
ya no se ve el mañana,
ni verse pudo el ayer...


Zachary Bush


Imperio ingobernable
grande como el alba
que el miedo tapiara
de orgullo insobornable

Isla manca, isla verde
pasta la insulsa saña 
en su establo verde.

No mires fuera, vete
cabra encerrada, masca
la noble hiel comprada,
la alta cuna miente...

Y ahí  está la isla inservible
habitando el hondo margen
de la ribera del edén,
 rehuyendo lo intangible, 
asustada de nacer.

Gracias!!

El prado de Proserpina



Gracias...



Gracias a  la luz, a la luna, a la oscuridad más profunda...
Gracias a la caricia, al olvido gracias
Gracias a los amigos que no esperan nada
Gracias, gracias a mis hijos y a la esperanza!!!
Al amor, al silencio, al abrazo y a la soledad callada
¡Gracias al insulto!!
Al amigo, al amigo, gracias al amor profundo...
Gracias está vacío: siete letras, una palabra.
Nada, gracias es nada
Pero gracias, mundo alto y profundo, de abiertas alas 
que llegada la noche se pliegan abrazadas 
a mis manos vacías y hartas.

********
Esta entrada está dedicada al mundo entero que tanto me ha dado, pero en concreto hoy estas GRACIAS las dedico a tantos amigos que siguen regalando hermosos y profundos comentarios en este blog, comentarios que por problemas con Google, me es imposible responder de un tiempo a esta parte...Aún así, consigo leerlos desde el móvil y me siguen dando ALAS.
GRACIAS!!!

La torre vieja

El prado de Proserpina



Hace viento...
Sí, me gusta cuando el viento tropieza con mi estorbo, me gusta cuando me rodea y sigue veloz su camino, cuando no se amansa y no saluda, cuando no se cansa como hacen las afiladas alas de las gaviotas mudas... 



Gabriel Moreno China

Infiel amante
 que sin freno alguno
 y apenas en un segundo
 cuenta secretos y vierte en mi boca
los alientos de otros más amados,
 sobre quienes otra noche posado,
cansado cayera dormido. 
   

Me gusta su olor a los altos riscos, 
me hace soñar o quizá entrever 
lo que con seguridad trae consigo... 

Me gusta el viento y su caricia sobrenatural,
 olor a lejanos trigos, 
a mar honda y negra, a la luna alta;
 con su timbre a nubes y a gentes 
que seguro sienten en mundos lejanos,
 sumergidos en extrañas mieses...

No hay que hablarle, no escucha.
 Intrépido él toca mi cara y se va,
 dejándome en la piel su nuevo ensueño,
 que a veces quema, hiela, quema...
ambrosía de la imaginación,
secuestrada doncella.

Lleva hoy, lleva viento hoy contigo
 mi mensaje sin botella, 
lleva hoy, viento fiero que enredados 
dejas mis pensamientos y mis trenzas,
 mi aliento a algún extraño que sueñe
 mis nuevos sueños en lo más alto
de alguna torre vieja.

Me pregunto...

Esse Imaginaria






Me pregunto tantas cosas...

Qué busca el ocaso tras el velo del día, 
qué busca...?

Y qué busca una y otra vez tras el poema del día,
 tras los versos de los besos,
 tras los de las sonrisas?

Me pregunto porque no sé, 
qué busca el niño en el infinito azul del cielo,
 qué la luna, qué los ojos amantes 
en los amantes versos están buscando?

Una recompensa por sus pensamientos,
un reino daría sin tenerlo...



Agniezska Lorek



Lo dibujaría sobre un papel en blanco,
 en ese y en este mismo que insistente
 pregunta qué busco al rasgarlo.

Entregaría ese reino
 por saber qué impulsa al agua negra del lago
 a mutarse en un vergel de estrellas juguetonas
 y luna de amor robado.

Reinaré sobre mi reino
 de castillos de ladrillos coloreados,
 de unicornios imberbes e inocentes,
 de amapolas que no saben
 que al mismo sol su rubor robaron...

Y lo entregaría luego sin dudar,
 por saber qué mueve y mueve al cíclico día
 a incendiar noche tras noche el cielo claro, 
enterrando mis sueños ingrávidos
 en frío y negro barro.


Noten

El prado de Proserpina






Mejor no esperar, no esperar nada...

Mejor tomar,
 tomar el sol a sorbos, 
el viento tomar con sed insaciable 
y en copa de tallado cristal.
La piel amante gozar como cereza brillante,
 el alma y el cuerpo abrazar,
 la una intangible y tan cerca,
y el otro tangente,
 secante y tan distante...

Flores que no permanecen 
y en volandas se deshojan 
en pos de postergados amores...
 Aguas tranquilas que guardan
 la esencia misma del misterio, 
indecisos pajarillos de inocencia...
 Sombras de estío, acogedoras,
 del invierno húmedas prisiones,
 todos noten, todos oigan, 
que vivir es un sólo trago 
para tomar en copa alta y frágil,
 sujeto al tiempo con labios prietos
 y temblorosas manos...

La muerte

El prado de Proserpina


Recuerdo
 cuando estabas, 
y cuando eras...

Entonces el mundo estaba completo. 

Tú, con tus manías cubrías todos sus huecos, 
con tus palabras sabias, con tus mohínes tan graciosos, con tus pobladas cejas.


Expografía.com


Y aquel día recuerdo, 
recuerdo aquella noche, 
tan tensa, tan negra...

Todo lo presagiaba,
 nada lo detuvo. 
La Parca afiló 
en nuestras mismas faces su dentada guadaña.
 La vimos, sí, tú y yo la vimos
 ¿Recuerdas?

Habría de pasar, se sabía. 
Estaba en el aire, se masticaba al hablar,
 se respiraba y dolía, lo espesaba
 como un gel frío de espanto
 que intentamos templar una y otra vez, 
una y otra vez... 
¿Verdad que te acuerdas? 

Pero todo fue inútil. 
Creíamos que pasaría de largo, 
miramos hacia otro lado, 
un momento, sólo un minuto, el cansancio...
 y nos dormimos. 

Tus ojos amanecieron como el cristal,
 tu reloj y tus zapatos, tu ropa, 
todo en orden marcial... y tu vida, 
tu vida la bruja parca,
 la traidora agazapada, 
la insistente cobarde la había raptado
 en un segundo, 
en la oscuridad de la noche, 
sin ser vista ni notada...

Sólo tú la viste en ese mismo instante, 
y su reflejo quedó plasmado
en las puertas de los armarios, 
en los cristales de las ventanas
 tras tus párpados fríos. 
Yo los cerré con mis manos.
 Último intento de sentirte, 
de notarte, un adiós inconfesable,
 un silencio y una pregunta postrera
 con olor de manzanilla y limón,
 olor a mañana vacía, soleada, hueca 
y sin puntos cardinales...

Te echo de menos. 
Cometimos muchos errores 
¿Acaso hay alguien perfecto?
¿Acaso eso me calme?

Estuviste frente a mi como un norte,
 alto y fuerte, bueno y blanco,
 estuviste y ya no estás, 
mi luz del día, ya no estás...

Te quise, te quiero, te querré... 
No me importa que ya no estés,
 te querré igual, no más, 
te querré igual.

Te tengo en mi pecho 
clavado como un estoque, 
este es tu lugar.

 Te cuidé, me cuidaste,
 te alimenté, me diste de comer, 
te obedecí, te obedecí... 
Me enseñaste a leer y a escribir,
 a reír, me enseñaste mil poemas,
 me enseñaste a no mentir
a no olvidar.


Klara Erzsebet Bujtor


Y yo no te voy a olvidar, 
aunque tu cuerpo te haya olvidado,
 aunque tus cenizas sobrevolaran la sierra, 
aunque el mismo mundo se extinguiera.
 Tú eres yo, y yo misma sobreviviré al mundo
 para sostener tu memoria
 y contener tu ausencia.

Imaginación

Esse Imaginaria

La imaginación es una fuente oculta a la luz del día, un tesoro escondido a los ojos necios... Es raudal sin freno para los corazones rebeldes y es cascada helada en la sangre quieta y oscura de los prudentes... 


Chakrit Champen


Raudales atados con gruesas sogas de colores indecentes que buscan cauces vírgenes, soplos de vida, resquicios estrechos y descuidos olvidados en la férrea guardia de la sensatez decente.

Es suspiro color verde
y es un recuerdo inventado
sabor casi recordado
e incierto aroma naciente. 

Y cuando la piel recorre
como incendiada serpiente,
la imaginación es un beso
muy lento y raudo...¡ardiente!