La luna primera del undécimo ciclo

El prado de Proserpina



Ya viene la luna...
 ya se precipita atravesando sin piedad 
la faz del cielo.

 Y la noche se cerró sobre el universo,
 como cascada de silencio 
plagado de resplandores misteriosos
 que no hacen cautivos. 

Cavadini



Vino la luna, ya vino, 
tiñendo de profundidades 
los olores del vino...
 y cubriendo con su pañuelo azucena
 la cara del mundo.

Bajando la escalera del firmamento, vino...
 aparecióse pausada y esbelta, 
la esférica condena, 
atando torres cual trigo
 a su tristeza.

Día primero del undécimo trayecto del último ciclo, 
ya baja la luna su mirada ahuecada sobre todo lo habido.

Y tiemblan las flores dormidas,
 y sueñan desastres las palomas suicidas, 
y baja la luna la balaustrada del cielo
 la noche misma de los extintos.

Y ya se fue el ocaso anunciante 
que espantado no quiso asistir al undécimo giro 
del aquelarre de los olvidos.

Se abren las tierras, 
se cierran los cielos 
y vomitan los gritos
que ahogados se quejan
 bajo el puente viejo
 de los abismos.

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