La burbuja del cielo





Hay atardeceres que cuelgan cometas color azúcar, rosa y celeste sobre la vertiginosa burbuja del cielo.

 También existen amaneceres capaces de reconciliar la seductora pereza con la insinuante luz de la vigília, que se asoma impertinente entre tus párpados aún pegados... 


Anthony Vandertuin



Hay días que simulan noche y noches hay sin sueño ni luna; muertes hay que respiran esperanza y albores con su color verde, apagado...

Desde dentro nace el día y la esperanza, desde lo más profundo el llanto; desde las entrañas del mundo vomitan las montañas más altas, y tus ojos, que no son verdes, a mi me parecen prados...

Ámame, mundo desorbitado, ama a las montañas magas de los cuentos olvidados, a los cachorros que se acurrucan buscando caricia pero callados... ama, que si no amases, morir podrán tus otoños plenos de vacíos y vacíos de manos...

Alzarte podrás a la más alta cumbre, podrás besar los labios dulces y redondos de los ángeles que por ti posarán su vuelo y dejarán de ser castos; mas si no amas, soldadito valiente, si no amas, tus ojos nunca entenderán el caleidoscopio de este amanecer, que  cifra y descifra quien hoy crees desgraciado.

Hay atardeceres 
que cuelgan cometas
 color azúcar, rosa y celeste
 sobre la vertiginosa burbuja
 del cielo raso...


Entrelazados






Se abre y se cierra indecisa 
la loca puerta del futuro
 y me hipnotizan insistentes
 los rastrojos del pasado. 


Casey Baugh

Se cierra la esperanza y se abre el llanto, 
fuente que por su nombre llama a lo perdido 
sobre la duna del tiempo acabado...

Y baten las ventanas y las contraventanas
bajo el influjo del huracán inmóvil de tus brazos;
quietos como mármol sobre el aliento  frágil 
 de un recuerdo, frío y amargo...

Vuelve a mi, hermoso cadáver asustado, 
y vuelvan tus vacías órbitas a habitarse
 de infantes miradas color cielo raso... 


Y aletéen de nuevo nuestras verdes esperanzas
 el aire de este amanecer vacío de vahos,
  túmulo de pretéritos pajarillos enamorados.

Hoy ya no es posible revivir tal gorrión, 
  cóncavo y hueco cascarón idolatrado...

Ya sólo es la caída libre 
de este futuro frío y vano, 
que no sabe de recuerdos,
 ni se afana en remontarlos.

  Amanecen albores rasos y desmemoriados, 
incapaces de evocar lo que de ti y de mi fuera ayer, 
y en su diario culmen no han de notar,
 que nuestros dedos los reciban
 ya por siempre entrelazados.