El patio de los naranjos

Esse Imaginaria


Era la primavera
y era el sur.
 Eran las cuatro de la tarde
 y el aire ardía en aromas...

 El patio de la Mezquita

 cantaba calladito los ecos de los pájaros, 
y cantaba los colores del agua
 que nunca cambia el otoño infinito
 de su caída...



Stefan Gesell




Los azahares habían tomado todo el espacio
 en una invasión de blancos pétalos, 
que colgados de los naranjos
 impacientes empujaban aún cerrados, 
lidiando por abrirse allá donde lucen hoy
 los que aún son tersos...

Pétalos de grueso blanco perfecto,
 rezumaban el elixir de la vida
 que me posee impúdico 
a cada latir de mi pecho

Y huele a azahar,
y el patio canta,
 y las piedras callan
todos sus silencios.

Huele a azahar
como hace tiempo,
y reina el azahar
aquí en mi pecho

Y el agua canta
de la paloma el vuelo,
y en la Fuente del olivo
serena lo sella y descansa.

Reina el azahar,
el sultán cede su puesto
a la flor de amar,
a la flor que guarda
hondo, muy hondo
 todos sus secretos.

Y los muros gritan callados,
 muy callados sus silencios,
y de las piedras las heridas
aspiran primaveras,
y acunan y acunan la cuna
del sueño ligero de
sus misterios...

Alcázar de arena y fango

El prado de Proserpina


El pasado quedó atrás, 
igual de atrás que quedará 
este presente al rememorarlo... 

Black and White fashion Photography






Muy atrás, dicen, tal que el futuro que pisando fuerte alcanzar no podrá algún diablo por más que urda sus complejas diabluras de flamas imperecederas... Consumido pues queda en su alcázar de fría arena, cuando olvidado las esquinas de la memoria aún torciera; más no vi nunca persona, animal o sobrenatural brujo condenado, capaz de adelantarse al presente que presto se amontona en alguna duna perdida junto a todo lo terminado... 

Carreras no valen,

 y no son pudientes
 para este menester
 los hechizos ni las plegarias
 de los mansos. 

El pasado es la algamasa a veces hermosa y a veces horrenda, pero siempre fuerte, donde los pies se clavan hondo mientras los aromas venideros, revolotean locos las arriesgadas azoteas de los días prometidos, que sobrevuelan los gorriones tordos... 


Si hermoso, dulce; 

si triste y salado, charco,
 pero además barrizal profundo
 sobre el que igualmente firme pisan 
los poderosos pies que impulsan 
 a los ángeles alados,
 y los pájaros bellos,
 cuando esbozan sus altos vuelos 
en los arriesgados alféizares, 
 con primerizos saltos... 

Vuele pues sobre las cornisas del alcázar de lo acabado quien hoy llore, y también vuele alto quien haya antaño ya llorado; vuelen confundidos por sus rincones los diablos a los cielos inmensos que sostiene el atlas y vuelen igualmente los añorantes, por querer ser siempre amados.


El pasado quedó atrás, 

igual de atrás que quedará 
este presente al rememorarlo...