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El cielo





A veces pasa, muy pocas,
pero a veces pasa 
que cuando miro arriba 
puedo ver el cielo...

 Siempre está, 
pero casi nunca se puede ver.

 Art ViralBandit 

Es extraño que las cosas más grandes y hermosas,  como las más portentosas rosas casi nunca se ven...

Por más que apartes el aire turbio con las manos,
 por más que apartes los rencores y los llantos,
 por más que tú mismo te apartes, 
apenas un momento del largo día
 y si tienes suerte, 
puedes ver el cielo allá en lo alto encaramado;
 tan abrazante, tan imponente 
y tan callado...

Demasiada vida descoyuntada aquí abajo, todos a lo nuestro, y casi nadie a lo de un extraño. 

El agua limpia




Se mece, se mece  y me mece
 la luna en lo alto del cielo, y su reflejo
 susurra una nana interminable
 en el agua limpia...

Oleaje que se insinúa 
y en la misma cresta se marchita, 
indecisa existencia de ritmo acompasado,
 de latir falto de rima.

Día y noche, noche y día,
 lágrima de amor, rastro mismo de la alegría,
 salada perla de tristeza que a la luz de la luna
se asoma y brilla...

La vida me lo da, y me lo da...
 y la vida misma me lo quita; 
 beso al aire, abrazo al viento
y un te quiero y un lo siento 
hueco y sin despedida.



Agnieszka Lorek

En la boca azahares me llueven, 
frescos y fríos del rocío mismo que da la vida; azahares efímeros que luego sueño,
 en el hueco de su recuerdo
 que huele a Córdoba y a pan recién hecho
 a la entrada de la muralla por la puerta misma
 de la luna mía...

Sucesos y seres, aconteceres que son regalos,
 manos cuajadas de te quieros
 que se clavan hondo muy hondo,
 como mentiras...

Y el temporal soberbio de la vida,
 va y viene y se marchita; va y viene y me regala perlas blancas, rojas y amarillas
 que pronto la arena cubre 
de pesada arena ambarina.

Se mece, se mece
  y me mece la luna
 en lo alto del cielo,
 y su reflejo susurra
 una nana interminable
 sobre el agua limpia...

Amanezcan

La pasarela del cielo


Cuando la sábana del tiempo
 se extiendió ante mis ojos,
 pude ver de las risas y las ausencias,
 las caricias, y de aquellos dulces enojos, 
los rastrojos. 

Biby Ríos



Nadie puede, nadie pueda regresarte,
 tiempo acabado... Nadie quiera siquiera,
pues los sucesos ya terminaron,
 vaticinando un futuro más pequeño y más seguro,
anunciando que tus desastres y tus miedos, 
que tus amores de aire y tus fuegos 
son ahora presa fresca de la memoria
 que es frágil y fugaz deterioro.

Allá perezcas, pasado que me vuelves el rostro,
 allá a lo lejos quede el acento oscuro de tus abalorios, y en la lontananza se pierdan
 los trinos de los pájaros que me enamoraron,
 y permanezcan por siempre
 sobre tu sacrílego cadáver 
las piedras cordobesas que doraron mis ojos.

No hay barca, no hay caronte, 
no volverá a amanecer el día
 que anocheció color de oro; 
pues los recuerdos sólo son
 presa frágil de la carne
 y la carne, presa es de un licaón
 sin rostro.

Mas amanezcan los nuevos horizontes,
 escondidos ahora bajos los hinojos,
 y amanezcan las nuevas albas
 refulgiendo sus colores 
sobre las charcas diáfanas
 de tus ojos.

 Amanezcan las recién nacidas esperanzas
 de este alma tan usada, pues ha de quedar 
bien alzada la cortina de mi casa
 el día que anochezca este rostro.

Mi candil

El prado de Proserpina




Ken Lee





¿Vivir acaso es no vivir? 

¿Acaso es un continuo fingir,
 una farsa que no tiene fin,
 un espejo roto y sin ti? 

¿Qué haces que no estás?

 ¿Qué, que lees esto
 sin codicia de sonrisas ni remordimiento, 
que quemas uno tras otro tus segundos
 en la ridícula llama de este candil?


La dehesa

Esse Imaginaria



Córdoba es una mujer de ojos negros
perdida en el tiempo de la historia,
arreando un caballo enjaezado y viejo
al piaffe, al trote, bajo la luna
 y sobre la noche encorvado...

Amy Judd

Córdoba es una mujer
 con la piel color de trigo,
que tiene los ojos negros
y que que intrincadas letanías reza,
 sumergida en la burbuja de los siglos.

 Entreteje primorosa mil jaeces de cuero, 
parsimoniosa las crines de su jaca blanca trenza
 y sin esfuerzo burla una y otra vez
tras los olivos del sembrado
 al negro toro.

Y el toro, 
coronado de lunas menguantes, 
cada noche brama clamoroso a los cielos durmientes,
 buscando a su amada, ebrio de pasión y ebrio
 de amor sincero...

Un día ya noche, 
hace mucho mucho tiempo, 
un joven caminaba la dehesa
 sin espada al cinto y sin miedo. 

Sintióse perdido, 
más no le importase tal suceso, 
porque su bien amada de ojos grandes
 habíale burlado el corazón, 
como al agua clara de la fuente vieja
 acostumbra a burlar el fuego.

Bramó cual salvaje brama su rabia a la luna,
 alzando el brazo amenazante
 como si con él agarrase algún 
inconsistente arma de acero,
 atacando fiero su blancura,
 la cual a su vez con su calma clara
 rasgaba su negra pena 
y violaba su justo llanto.

Rendido pues por su impotencia 
ante tan alto y bello adversario, 
calló el joven al suelo cubierto en lágrimas
 de amor errado...

 Lo vio entonces la luna, 
tan pequeño y hermoso rastrojo encarnado,
 tan derrotado.

 Lo contempló serena como contempla
 en el techo del mundo al orbe la luna llena 
y preguntóse qué mujer de piedra pudo haberlo
 despreciado. 

Acercándose cautelosa a contemplarlo,
 pudo notar que a cada momento
 sus ojos lo vieran más gallardo...

-Joven hidalgo-, susurró la luna-, detén tu llanto, 
que ver tu rostro hermoso no me dejan las intrusas
 lágrimas que de tus ojos bellos están manando-.

Sorprendido y extrañado
 el joven incrédulo y medio asustado,
 levantó entonces la mirada al cielo raso,
 y allí colgaba tal faz hermosa como el nácar blanco.

-¡La luna!
¡Era pues la luna bella la dulce dama
 que le estaba hablando...!!- 

Limpió presto sus lágrimas
 retregándose la cara con los antebrazos;
 y allí estaban los amantes, hermosos, inocentes, 
mirándose tal que un reflejo del uno en el otro,
 deslumbrados... 
Luna hermosa 
y joven despechado. 

Se miraron, se vieron, se sintieron y se amaron... La luna, nunca antes atreverse quiso a poner su blanco pie en la tierra dura del hombre bravo, más posó sus pies sobre las manos temblorosas y prestas de su joven enamorado, que al punto la viera tan de cerca, al punto olvidase su cruel pasado, y supo en ese justo instante que la luna era en realidad una mujer de ojos negros que en el inmenso firmamento habíase de una pena de amor refugiado. 
Sentados bajo un olivo los amantes se observaron, pasearon entre el ganado bravo, entre las encinas, y sus vidas y amores desdichados se confiaron. Se quisieron dulcemente al cobijo de las sombras prometiendo firmemente ser fieles amantes por los siglos del futuro aun no inventado. 
Cada noche el muchacho, cada noche mirando al cielo tras las nubes rebuscaba la silueta impaciente de su amor, a veces blanco a veces dorado. Y cada noche se veían entre los olivos, luna bella y  fiel hidalgo.

Opio

La pasarela del cielo





No me queda más que el recuerdo de aquel sueño
revoloteando sobre las lomas lejanas;
 el que bajo mi almohada susurraba trovas altas
  como mester de ilusionista ciego
 el que se llevara el viento
 a las montañas magas...



Jaroslaw Datta 



No me queda, 
y trenzo y destrenzo incansable mis trenzas, 
pienso y despienso tus quejas.

No me queda, 
y en el silencio de los menesteres,
 monótonos dictadores y salvajes, 
imagino perfectos pentagramas ocupados
 por blancas hadas que sentadas canturrean 
sobre los tendederos de tus manos. 

Pasado el tiempo, 
la soledad me visita para hilar 
sus sonetos cojos sobre mis oídos salvajes, 
y las nubes que sobre la luna se pasean,
 me recuerdan que ya no tienen nada más
 que recordarme.

Nada me queda, 
más que el recuerdo de tu olvido
 suspendido sobre el aliento amargo y tupido
de un suspiro o de una queja.

Aun así sé que tu recuerdo me abraza
 al amanecer y al caer la noche sobre las tejas,
sé que mi memoria es terca y que no me deja
si ni el olvido ni el opio la amenaza.

Valles de cristal

El prado de Proserpina


Y desde lo profundo
ya se escucha el canto
del jilguero blanco
y del gorrión mudo.


Y se puede soñar
suave y en un solo intento
con las alas del viento
cuando modelan el mar.


Hotzel Allan 


Y desde aquí yo quiero
  despertar soñando,
vivir en las paredes pintando
estelas color de cielo,
estelas color paz.

Ellas mismas alcanzar podrán
tus ojos lejanos
si sobre el sol mismo se hallen,
o se hallen en lo profundo
de los valles de cristal.


La florecilla

El prado de Proserpina



Tengo una verdad escondida
que aún no es real ni es fingida. 
Tengo un secreto en busca de aire
y un suspiro tengo que no quiere nadie.


Joint Photographic Expert Groups

Si tú supieras, 
naciente florecilla,
que nadie te mira...

Si tú supieras, llanto que
 enamorando das la vida,
que nadie por ti suspira
ni a tus breves plantas da 
de beber...

Si tú supieras mi secreto,
dulce cielo, dulce doncel,
verías cierto el misterio
del tornar púrpura del firmamento
al anochecer.


Poema publicado en la V Antología Poesía libre de Libros Mablaz

Afluentes

El prado de Proserpina



Cada vez que se ahoga un segundo
 en el mismo aroma de su ausencia,
 nace, como nace cada mañana el mundo,
venga o no venga pegadito a tu presencia...

Agniezska Lorek


Y cada vez que te vas... ya has vuelto, 
porque nunca de mi mente tu mente se despega,
enredados como estamos tal que dos ríos
 convergiendo en uno sólo sus esencias...

Cada día que pasa es un día más que nuestra piel endurece, reverdeciendo en inocente galope nuestras almas, saltarinas presas... 

Y el tiempo se contempla a sí mismo en este nuestro hueco, aunque el mundo pase raudo y nos rebasen tangentes los salvajes desastres y dulcemente nos alumbren  las albas tiernas. 

Y ahí está, conmovido el pétreo latir de los segundos, que en lo más tierno se detuvo como lienzo vivo, y quieto queda por siempre hasta que el reloj del viento me lleve o de muerte blanda a ti te hiera...

Entonces, y sólo entonces el precipitar suicida de la lluvia se asemejaría a la arena de un reloj pendenciero, que sin motivo se traga al justo y al injusto, al dichoso y al miserable, junto con el señor del cortijo y su labriego mientras le sirviera.
Sólo entonces tú y yo destilaremos nuestras fraguadas aguas, para unirlas a los torrentes del cielo, del olvido y de la apaciguada indiferencia.

El nido

El prado de Proserpina



Un corazón dividido 
impulsa hoy mi sangre,
ora torrente circundante,
o negra laguna de olvido.

Stefan Guesell


Sobre la lontananza va
mi dulce fruto ya huido,
mas ni nos separa el vil ruido
ni su recuerdo partirá.

Ciudades ni mares borrar podrán
de esta gema su talla de amor,
recuerdo, sombra, aroma ni rumor
pirograbados en fragua impar

Partieron lejos los hijos
mas se fundió su eco al hablar
sobre mis sienes que volar 
supieron sobre acertijos. 

Adiós a la marcha y su a mito.
Adiós, al adiós sin más,
que los amores viajar no pueden
lejos del cálido nido,
y que si ciertos fueren
 a alejarse no alcanzan
 jamás.

Cenizas

El prado de Proserpina




Y todo sigue su camino, todo…

Siguen indiferentes los sucesos, 
ajenos y ausentes 
de cada uno de los miedos,
 y los extraviados deseos
de la gente.

 Poseer podré mi destino 
ya que dirigir el presente no he podido, 
quizá el mañana yo consiga seducir,
 o pueda el pasado adoptar como a un hijo.

Jaroslaw Datta


E indiferente el mundo rueda y rueda, 
se pasea soberbio por mi ventana blanca,
 sostiene su reloj de arena como lengua grosera
 y amenaza mis ilusiones con su sudario, 
blanco y con la postrera mañana a su vera …

¿Quien te has creído, vida,
 acaso crees que podrás conmigo,
 con mis cenizas? 

Quien te crees para pasar sin mirar 
y sin tocar mi virgen puerta, 
para la luz tamizar 
cuando se acerca a mi ventana
 cada noche, si la luna llena llama, 
y cada mañana si el alba fuera?

¿Quien me crees 
que no salga a buscarte,
 qué piedra, qué mueble,
 qué desgana…?

Si acercárase alguna vez la luna
 a mi casa,
 besaríala yo con mis ojos,
 con mis sueños, 
con mis garras…

Si acercárase el viento lo bebiera,
 la luz,  en ella me prendiera, 
el amor, con él trenzaría mis frutos,
contigo mis ganas…

Un viaje, 
cien caminos,
 una opción, 
 noventa y nueve 
desperdiciadas…

Y volar podré porque volar he podido, 
y fuera del juego me elevaré 
cuando mis alas quebradas
 no levanten más mis pies del camino,
 porque tu recuerdo amansaré 
para que acune mis cenizas con tus cenizas
 en el aire del perfumado olvido.

Noten

El prado de Proserpina






Mejor no esperar, no esperar nada...

Mejor tomar,
 tomar el sol a sorbos, 
el viento tomar con sed insaciable 
y en copa de tallado cristal.
La piel amante gozar como cereza brillante,
 el alma y el cuerpo abrazar,
 la una intangible y tan cerca,
y el otro tangente,
 secante y tan distante...

Flores que no permanecen 
y en volandas se deshojan 
en pos de postergados amores...
 Aguas tranquilas que guardan
 la esencia misma del misterio, 
indecisos pajarillos de inocencia...
 Sombras de estío, acogedoras,
 del invierno húmedas prisiones,
 todos noten, todos oigan, 
que vivir es un sólo trago 
para tomar en copa alta y frágil,
 sujeto al tiempo con labios prietos
 y temblorosas manos...

La muerte

El prado de Proserpina


Recuerdo
 cuando estabas, 
y cuando eras...

Entonces el mundo estaba completo. 

Tú, con tus manías cubrías todos sus huecos, 
con tus palabras sabias, con tus mohínes tan graciosos, con tus pobladas cejas.


Expografía.com


Y aquel día recuerdo, 
recuerdo aquella noche, 
tan tensa, tan negra...

Todo lo presagiaba,
 nada lo detuvo. 
La Parca afiló 
en nuestras mismas faces su dentada guadaña.
 La vimos, sí, tú y yo la vimos
 ¿Recuerdas?

Habría de pasar, se sabía. 
Estaba en el aire, se masticaba al hablar,
 se respiraba y dolía, lo espesaba
 como un gel frío de espanto
 que intentamos templar una y otra vez, 
una y otra vez... 
¿Verdad que te acuerdas? 

Pero todo fue inútil. 
Creíamos que pasaría de largo, 
miramos hacia otro lado, 
un momento, sólo un minuto, el cansancio...
 y nos dormimos. 

Tus ojos amanecieron como el cristal,
 tu reloj y tus zapatos, tu ropa, 
todo en orden marcial... y tu vida, 
tu vida la bruja parca,
 la traidora agazapada, 
la insistente cobarde la había raptado
 en un segundo, 
en la oscuridad de la noche, 
sin ser vista ni notada...

Sólo tú la viste en ese mismo instante, 
y su reflejo quedó plasmado
en las puertas de los armarios, 
en los cristales de las ventanas
 tras tus párpados fríos. 
Yo los cerré con mis manos.
 Último intento de sentirte, 
de notarte, un adiós inconfesable,
 un silencio y una pregunta postrera
 con olor de manzanilla y limón,
 olor a mañana vacía, soleada, hueca 
y sin puntos cardinales...

Te echo de menos. 
Cometimos muchos errores 
¿Acaso hay alguien perfecto?
¿Acaso eso me calme?

Estuviste frente a mi como un norte,
 alto y fuerte, bueno y blanco,
 estuviste y ya no estás, 
mi luz del día, ya no estás...

Te quise, te quiero, te querré... 
No me importa que ya no estés,
 te querré igual, no más, 
te querré igual.

Te tengo en mi pecho 
clavado como un estoque, 
este es tu lugar.

 Te cuidé, me cuidaste,
 te alimenté, me diste de comer, 
te obedecí, te obedecí... 
Me enseñaste a leer y a escribir,
 a reír, me enseñaste mil poemas,
 me enseñaste a no mentir
a no olvidar.


Klara Erzsebet Bujtor


Y yo no te voy a olvidar, 
aunque tu cuerpo te haya olvidado,
 aunque tus cenizas sobrevolaran la sierra, 
aunque el mismo mundo se extinguiera.
 Tú eres yo, y yo misma sobreviviré al mundo
 para sostener tu memoria
 y contener tu ausencia.

Imaginación

Esse Imaginaria

La imaginación es una fuente oculta a la luz del día, un tesoro escondido a los ojos necios... Es raudal sin freno para los corazones rebeldes y es cascada helada en la sangre quieta y oscura de los prudentes... 


Chakrit Champen


Raudales atados con gruesas sogas de colores indecentes que buscan cauces vírgenes, soplos de vida, resquicios estrechos y descuidos olvidados en la férrea guardia de la sensatez decente.

Es suspiro color verde
y es un recuerdo inventado
sabor casi recordado
e incierto aroma naciente. 

Y cuando la piel recorre
como incendiada serpiente,
la imaginación es un beso
muy lento y raudo...¡ardiente!

Me apetece

El prado de Proserpina


Hoy me apetece vivir
y no me apetece morir...

No quiero seguir muriendo hoy
 ese poquito que se queda de la vida cada día,
en los resquicios de tus pasillos 
o en la comisura de mis labios.

Hoy quiero nacer, 
quiero ser y ser quiero un poco más, 
volar quiero y crecer; 
hoy, vida, quiero creer y gestar, 
hacer planes, reír, 
y quiero llorar...


Agniezka Lorek


Amanece y las sábanas queman, amanece y el alba llama, el horizonte se incendia, amanece, amanece y la sangre brama.

Cien besos que rebosan mis labios, 
mil te quiero derramados; nunca desperdiciados, rocío, simiente, ilusiones, 
y ojos magos...

La vida se desparrama por el paisaje, 
con pares y pares de brazos que abrazan, 
el sol refleja el recuerdo 
de las estrellas sobre la fuente clara, 
sobre la charca inmensa de tus ojos claros...

Al sur del sur

Esse Imaginaria




Calienta el sol, 
calienta el cielo.

 Templa el son, 
tiembla el sueño.

 Surge el verso, 
dulce surge,
 viene desde el sur de puntillas
 y en silencio...

Quieta la calima, se extiende lasciva por los sueños y embriaga el alma de esa guitarra, poseyendo todos los besos de los amantes más ebrios...
Y a la sombra del sur,
 el zumo de ese alma se esconde
 en el suelo de un patio
 regado de azahares borrachos de pecados,
 a media noche...



George Owen


Llevo tus colores en la cara, 
no llevo otros. 
Llevo tus rasgos, tus defectos, 
tus recuerdos y mil espadas, 
dibujandos en mi piel tus peleas y tus besos, 
tus ilusiones castradas, tus triunfos
 y cada surco de tus lágrimas.

 Eres mi sol y mi desierto,
 mi sentir y mi desprecio, 
tus te quieros, mis silencios, 
tu eres más y mucho menos.


Quiero quererte

Esse Imaginaria



Quiero leerte un verso
 a viva voz,
 como un te quiero,
 como un beso...


Gabriel Moreno Nogal


Quiero escribirte,
y dibujarte quiero, 
contornear tu sombra callada y triste,
 saborear tu alma noble, 
quiero mimarte...

Quisiera volar sobre tus altos sueños 
cazarlos uno a uno con mi arco,
 atravesarlos de una mirada primero, 
y vencidos, rendidos y dóciles,
 entregártelos luego.

 Y quisiera encontrar 
tus puntiagudas penas, 
engarzadas en las esquinas cóncavas 
de tu entregado duermevela, 
diluirlas poco a poco y con paciencia 
en blanca sal azucarada y canela. 

Bucear tus miedos quiero,
 hondos y negros, escondidos, 
nunca hallados,
 y ninguneados como insectos... 

Saberlos y conocerte y conocerme, 
bordarte un sudario de placeres
y de vainicas un rosario; 
Quisiera cantarte 
la serenata silenciosa de mis besos,
y bajito y claro,
 como la luna sobre el sembrado,
 quiero quererte
como a un jilguero...

Luna afrutada

Esse Imaginaria


Viene la luna, 
alta y redonda, 
a traer a mi ventana
 tus ojos ausentes, 
tus manos blancas.


Amandine Van-Ray



 Viene la luna, 
subida a los cielos rasos, 
viene cargada de sueños nuevos
  de viejos milagros.

 Con tus ojos me mira,
 con tu voz me habla,
 no importan las ausencias sin vida, 
colgada a su esfera,
 burbuja de plata... 

No hay distancias, 
la reina del cielo las rompe, 
serena, móvil e inmóvil, 
meiga que aniquila el tiempo, 
el olvido y los rencores.

Vino esta noche
 con su vestido ámbar, 
dulce y amarga, 
perfecta bailarina del silencio y del tiempo,
 sultana callada de dulzura afrutada 
y secretos amores.

Trae para mi su alforja de sueños, reconfortantes caricias invisibles que tras mis párpados inventan el cielo. Y baja poco a poco y suavemente su esfera mágica sobre las mágicas aguas, y se refleja y me seduce como bruja dorada, corazón de plata...Y al fin besa el mar en un beso infinito de trascendente paz, y se hace el alba, vástago cíclico y por siempre recién nacido de su mágica coreografía de cristal.

El amor

Esse Imaginaria

Amor, la palabra que no es palabra...

La más vendida...
la más comprada, 
la más mentida y aunque 
 verdadera o falsa,
incombustible consumada...


Matías Sterner


Amor en el viento hay
 y en el llanto.
 Amor en los ojos 
y en las manos. 
Amor en los burdeles,
 traicionado...
 En las manos de la madre es 
y aún en las del hijo abandonado...

Dios del hombre, 
y del mismo hombre diablo...

Amor perdido, 
amor buscado, 
inventado, mal dibujado,
 y detestado...

Y los poetas... 
los poetas riman besos sin cesar... 

Riman sueños, besan cielos, 
abrazan silencios que rezan letanías 
de amores de mil colores 
sin solución de continuidad,
curtidos de cien sabores
 y sinsabores.

Pero siempre fueron los cariños pequeñitos los más claros, 
mientras que en las cavernas más oscuras reptan húmedos y lentos los amores que enlazan los cuerpos,
 los de todos soñados.

Amor, 
el que se encuentra sin haber buscado, 
que se pierde si perseguido, 
tal colibrí de capricho encaprichado
que cultiva el candor.


Ksenia Muza



 Dulce hiel,
 escasa ambrosía,
 ego entregado
ser del revés.



Escribiendo...

Esse Imaginaria



Necesito un lugar oscuro para entender la luz; un papel en blanco para comprender las palabras, tu mirada para deleitarme en tu ausencia y tu ausencia sin sombra necesito para conocer tu ser tal como se conoce la vida sobre el revoloteo de unos pájaros en la mañana, tal como se aprecia la muerte cuando es cálida y necesaria...


A. M. Lorek

Y ese papel cuando está vacío se me ofrece como un vergel fresco y verde, repleto de flores blancas y animalillos que corretean sin orden aparente, inmersos en la absoluta armonía del caos que me reclama. 

Un sueño... Cuando despierte de este sueño quizá haya algo, quizá no haya nada... ¿Cuando despierte es posible que exista algo de lo que he soñado??
Paso la vida durmiendo y escribiendo sobre las nubes... Al fin mi existir es realmente un sueño, coronado de una alta luna, coronado de estrellas, tangente de los cantares limpios de la fuente clara que para mi sola entona cercanas, inquietantes y hermosas serenatas nocturnas que alumbran el camino de mis zigzagueantes  ilusiones casi, casi abandonadas.
A veces, subida en alguna de estas oníricas ilusiones creo estar viva, ¡y sé que lo estoy...!!! pero pronto tomo conciencia de mi inconsciencia y de la inconsistencia de tales espejismos; entonces es cuando la luna me mira como de soslayo, entre burlona y confidente, y se ríe con su sonrisa inclinada sobre el azul oscuro casi negro del anverso de mis párpados nublados e inquietos.

Al fin la vida para mi es un sueño encadenado a otros sueños más pequeños, una sucesión de intentos y de esperanzas, de fuerzas sobrehumanas empleadas en encender las ascuas agonizantes de mis deseos. Al fin pasaré la vida en cualquier lecho de flores secas, soñando un mundo casi real, dibujando en mis lienzos rostros casi vivos que gesticulan intrincadas emociones, como un gepetto.