El manantial

Esse Imaginaria



Y es que a veces algo se rompe,
 algo está roto... 

Y la poesía ya no quiere ser más poesía 
y el poeta no quiere versos 
ni medida que su papel hagan brillar...

Siegart Von Schlichting Fotografie

Cuando el poeta no quiere ser poeta, 
y la nube ya no quiere al sol estorbar, 
el niño no quiere juegos 
ni el amor ya quiere más... 
Esas veces las olas del mar juegan sin prisas
 y no necesitan espumas que encresten su danzar, 
ni el viento necesita ya ser brisa de romero, 
ni una mirada artificio que la haga impar...

Cuando eso sucede 
y las letras manan sin nombre ni título, 
sin rima ni ganas de rimar, 
entonces el poeta es hombre
 y la rima está escondida en el idioma
 del caótico y limpio salto del escondido manantial.

"Calma y Tempestad", de Amparo Muñoz Rocha

Esse Imaginaria






Estaba yo pasando unos días extraños, una etapa de esas en las que no te importa echarlo todo por la borda, en las que haces cosas que de entrada sabes que te superan, cuando sumergida en esta vorágine vino de improviso a mis manos el primer poemario de mi querida amiga, guía y poeta Amparo Muñoz Rocha para poner cada cosa en su sitio, tal como lo hace un buen verso... 

Calma y Tempestad

Siendo este su tercer libro no me parecía que fuese su primer poemario porque toda ella es una poesía, lo que dice y lo que hace, lo que imagina y lo que cristaliza en sus letras...
No sabía que fuese su plan esta increíble obra y de repente está aquí, entre mis manos, y sus letras se adentran en mi alma una a una tal como el agua fresca y pura. 
Gracias, Amparo, no merezco tus licencias pero las guardo como joyas.

Calma y Tempestad se titula este magnífico poemario, y tal como llega levanta calma en medio de las tempestades y apacigua el alma. Una obra entrañable y hermosa que no puede dejar a nadie indiferente, porque eso es lo único que Amparo no puede...

Foto: Amparo Muñoz Rocha

Aquí os  dejo el magnífico prólogo de Calma y Tempestad, autoría de Javier Barba Garzón, quien  presenta y define a la perfección esta obra insustituible e indispensable:

Obra completa de Amparo Muñoz Rocha

Conocí a Amparo Muñoz Rocha una mañana de marzo de hace ya casi tres años gracias al milagro de la virtualidad y a su (nuestra) voluntad de establecer lazos entre personas que creían (creen) en la poesía como una forma de derrochar vida, de compartir sentimientos y sensaciones que no le caben dentro de tan poderosos, de tan ávidos de inmortalizarse, muy a pesar de que ella sabe, cree, afirma, que la vida va más allá de nuestra biografía. En mi caso buscaba a alguien que descifrara mis complejidades, y ella me abrió los brazos y los ojos desde el ángulo menos obtuso de la comprensión humana: la simplicidad, el retorno a la esencia más primitiva del ser humano. No habría podido hacerlo de diferente modo. Así es su poesía, un retorno, una metamorfosis, casi, a lo esencial.

De esta manera conocí a la poetisa, sin menospreciar claro, a la narradora que sobradamente demuestra con Nina y sus pequeños relatos. Pero conocer a la poetisa, es llegar a la esencia misma de lo que ella busca con la poesía: reducirse a la mínima expresión para comprenderse y ser comprendida, mostrar su yo más intenso reducido a unos versos hermosos: ésa es la poetisa, así en femenino, con toda la carga de femineidad (no feminista) que pueda acarrear la elección del término, porque en la poetisa reside la Verdad, y la Verdad está en La Naturaleza, porque a La Tierra pertenecemos y a ella volveremos, a esa Tierra Madre a la que le debe todo, y con la que se funde en sus múltiples huidas del ser humano, convirtiéndose en ave, roca, charco, qué importa, ella es un todo dividido en mínimos fragmentos de los cuatro elementos, y a Ella, la Tierra Madre, a veces como humana, le rinde respeto por todo lo que le debe, o entona un mea culpa en nombre de todos nosotros, por apretarle el cinturón hasta ahogarla, ¿y qué sería de la poetisa con una Tierra ahogada si no pudiera volver a Ella?

Y aun así el tema por excelencia de la poesía de Amparo no es la Tierra, ni los cuatro elementos, sino el amor. El amor es su experiencia casi intangible en esta vida suya tangible. De esta experiencia a veces sale herida, a veces gloriosa vencedora, siempre reivindicándose, para volver siempre al origen, a un vientre en femenino, donde siempre habita el origen de las cosas. El amor en todas sus expresiones se nos presenta abstracto, como carente de forma, y en la poesía misma, asistimos al acto de vestirlo, de darle forma y colores, como en un retorno a esa imagen suya en la que la vemos de espalda, pintando a brochazos rápidos ese amor que se le ha metido en algún recoveco de su cuerpo, y ahora su misiva es concretarlo: qué es, cómo es, a qué sabe, a jugo de moras, a vino, a savia, la poetisa es árbol que se adentra en las raíces de la inmortalidad, y que se autoalimenta con esa savia tan natural, repartida a través de sus vasos liberianos que tienen la forma de un poema. La poetisa se siente atrapada ante un tú que no siempre la ama como debe amarla, y se queda atrapada en un espacio artificial: me cae el aceite hirviendo, resbala por las paredes de tu fortaleza. El amor contrapuesto: yo frente al olvidaste buscarme. El amor mal entendido desde el principio: lo primero que me enseñaste fue a anhelarte. El amor nuevo, casi de adolescente que urge y desespera: a ti, sí, ahora, hoy, ya. El amor que primero ilusiona, luego miente, decepciona hasta convertirla en una diminuta mancha, la arruga de una prenda que se queda despierta, con los ojos muy abiertos hasta que le salgan alas y retome el vuelo, su siguiente viaje que la vuelva a llevar, por supuesto y siempre, a La Tierra, al origen. El amor que animaliza, casi siempre en un ave que le permita ver los desamores con distancia, y la objetividad que el mundo le permita.

Saboréala, tócala, mírala, escucha cómo canta, huele ese perfume tan de mujer y tan de tierra, porque ésa es su poesía: un vuelo rápido e intenso por lo tangible para explicar la experiencia de vivir, un desesperado vuelo de paracaidista que intenta dejar huella en esta vida, consciente de que allá en la otra, cambiarán las reglas del juego. Su huella no será una hazaña, ni un viaje a la luna, su huella será el lazo con los demás seres humanos, la mano que te tiende, el abrazo que te ofrece, su desesperado intento de decirse no estoy sola, somos más, su convencimiento siempre de que no estás solo, estás con Ella.

Javier Barba Garzón.

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Felicidades, amiga!!!



En el estanque viejo

Esse Imaginaria




Yo sé donde las estrellas se hallan
 en esas noches tersas,
 cuando la luna no se esconde, 
y en la soledad del firmamento,
asustada pregunta por ellas...



Perdida sin flamantes amigas ni guía,
  la sola dama dormía, 
tal como el primer aliento y el postrero
se suspira...

Las estrellas gustan de chapotear
 las aguas de los manantiales negros.

 Gustan, como luciérnagas traviesas,
 de refrescar sus fuegos, 
allá junto a los peces de colores
 del estanque viejo..

Creen,
 hadas ingenuas y pequeñitas, 
que los vivos colores de los amimalillos
 son ellas mismas augurando
 los futuros inciertos...

 Y creen,
las dulces damas de la cohorte altiva,
 que el estanque del patio viejo 
guarda todos los secretos
 que en el mundo habitan.

Y los peces distraídos
 preguntan al cielo,
 mientras las estrellas se embelesan de los fulgores,
 de sus escamas coloridas.

Vacía y sola...

Esse Imaginaria



El cielo era oscuro,
 la noche, espesa y fría, 
las torres mudas clamaron sus siglos
 mientras los pájaros dormían..



Jaroslaws Datta



El patio era secreto,
 como todo lo que allí habita, 
 los susurros del viento 
 lo saben, y así lo silban..

Silencio, 
Córdoba duerme tranquila, 
y los reflejos de las estrellas 
bajo las aguas del río titilan..

Vacía y sola la techumbre del cielo, 
sola y helada, la luna grita,
más las estrellas traviesas quieren jugar
 bajo las aguas del puente, 
 y junto a las hojas de los naranjos
 desde ayer caídas.


La encrucijada

Esse Imaginaria



Hay una encrucijada profunda, honda, roja y cruel ante mis ojos confundidos; 
y se sonríe malévola
jugueteando con mi corazón entre sus manos, 
volteándolo con sus uñas sucias 
y ensangrentadas de antiguos corazones ya destrozados...

Agnieszka Lorek

Hay una encrucijada que pretende asustarme
y que me aterra, 
y me hunde en la espera improductiva 
que preludia el desastre y la ruina...
Hay una encrucijada sin nombre que se siente en el pecho,
como una zanja suicida,
que ha desarmado mis brazos caídos y mis dedos vencidos,
sin más quehacer que tejer alfombras de miedo,
con agujas afiladas que trepanan
mis esperanzas descoloridas.

Cálido y bueno...

Esse Imaginaria




Sopla el viento de tu risa en la mañana, sopla la brisa de un te quiero, sopla el beso incauto y sin miedo que preludia tu mirada... y los pájaros trinan alto, allá sobre las brumas desenredadas del alba, y bajo los árboles desperezados del jardín de nuestro invierno.


Quiero volar atada a tu pelo, y yo quiero ser tu sombra en la noche y tu alba... Quiero, yo quiero ser tu aliento en el beso, y ser quiero lágrima en tu recuerdo y de tu cansancio la almohada... 
Déjame ser el rocío de tu mañana y el último rayo de sol que alumbre tu estampa, y déjame vestirme del aroma de tu ser para vivir pegadita a tu alma...
Porque tú eres  mi ser, no lo soy yo, yo no debo... Porque tú eres mi vida, la que te entrego... y tú eres el pensamiento que me recorre por dentro, y me alimenta la piel y los hermosos silencios..
Y aguardo yo tu voz como aguardas tú mis parsimoniosos besos, acecho tu llegar como tú amainas mis lamentos, y te hiciste amigo de cada esquina de mi casa, de tanto desenredar mis caricias para tejer con ellas tus requiebros...






Ven, mi niño,
 mi ángel, 
mi ave pegada al cielo
 Ven, águila salvaje y sin freno...

Ven, y por fin posa sobre mi mano 
tu poderoso vuelo, 
que el batir de tus alas
 quiere y no puede llevarte 
lejos de mi nido, 
cálido y bueno.

El pajarillo...

Esse Imaginaria




Vi un pajarillo 
en el alféizar de mi ventana, 
me miraba y no me miraba, 
y asustadizo quería y no quería
 encontrarme el alma...

Agniezska Lorek

 Quise cogerlo,
 más sólo con la imaginación lo hice... 
y fue hermoso como lo es cada uno de mis  sueños;
y entonces dio un saltito y otro saltito,
 y se desplazó hacia más allá de donde mis manos pudieran hacerlo.

 Subido sobre unas ramas lejanas me observaba, 
como a la luna observa el sol desde el otro lado del cielo...

Y lo seguí con la mirada, 
toda yo secuestrada por su pequeña inquietud bella y frágil y libre, 
como pedacito de alba eterna que nunca se oscurece, 
como la breve esperanza que nunca se acaba, 
igual que el aire limpio 
y el cantar de la fuente.