Julia

 




Hoy se me ha muerto

 un cachito de alba;

 se apagó la risa clara,

 y el dulzor de la niñez

 se tornó anoche mismo

 en seria callada.




No imaginé en aquellas risas 

que tan pronto se apagaran;

no sospechaste tú en tus sueños

 que sin despertar te dormirías

 grave y postrada.


Ave de juventud, 

que posaste ayer el vuelo tuyo

 de plumas blancas,

 ya no podrán mis ojos en tus requiebros

 poner más la ilusión de un día nuevo, 

ángel bello, bucle de albas.

 

Verte no podrán ya mis recuerdos, 

más que desde el velo de hierro fiero

de esta cancela negra y trabada.

 Mas pronto se abrirá el estrecho encierro

y renacerán viejos infantes de ilusión 

que dulces cantan.


Vino primigenio







Sube a mi lomo pues,
que mi espalda es del sol mismo predilecta,
 y sabes que las aves gustan de vigilar el planeo nuestro, 
que errante se desliza como cálido sueño,
 entre los campos amarillos de espigas
 y el silencio de este pueblo
 que vino primigenio es.

 Ven que te llevo lento 
sobre los tejados de tus ilusiones
 y las cornisas de mis sueños.
 Ven, cariño, que mi pecho hoy late 
 y quiero que aspires suave,
 de los cielos tersos el color añil.



Mario Alba


La aceituna pace sobre mi pecho,
la calma mansa duerme mi alféizar
 y reta intensa un cielo bajo,
 que viene denso de agua y esparto,
 resbalando torpe, de la ignorancia
 el tobogán hostil. 

No han de estorbar tus tormentas, no,
y no han de trabar mis alas 
sobre esta senda de amapolas humildes.
 Guardan sus corolas tumbas de poetas, 
que palomas de sueños escarpados eran,
 y hoy paren rojos intensos como metas, 
sobre la herrumbre de esta navaja vil.

Y sepúltense hoy todos los horizontes,
 justo a la hora del aquel alba de otoño
que aún me hace sentir.

Nadar podremos los valles salados
 que hoy alfombra el agua
 de aquellos ojos cerrados;
  que ya duermen su sueño antiguo
 de amor libre y vedado.

Sobre una cuneta y otra,
 se alistan silenciosas 
y bellas las flores rojas
 y eternas del pasado.

Mermelada







Que levante el vuelo la mañana, 
que se callen los fieros vientos, 
y que sueñen fuerte los sueños, 
 no se torne en hielo tu mirada.


Agniszka Lorek

Alza la vista al sol, 
aunque el ardor tueste tus pestañas,
 que la vida es fuerte y viene a verte,
  que el comienzo es insistente,
  y ya escasea la luz en esta casa.

Habla alto, yerra cierto 
y suspira intenso como espada,
 que el viento dulce de tu beso
mi agasajo es de mermelada. 

 Vive presto
 y trepa a cada cumbre
 de las que almenan el cielo,
 tan regias y tan plateadas;
 que pronta sobreviene 
frente al mundo,
 la postrera lumbre
 que todo apaga.


La cosecha





Había una vez un pueblo, justo al final de un acantilado; al norte, el frío y el hielo y al sur un mar profundo y sulfurado. 

En sus casas, vivían los hombres ricos, y en sus cabañas los  campesinos reposaban sus cuerpos esforzados. 


Los ricos contaban en sus silos las lentejas, los pobres las sembraban de sol a sol allá en los campos. 

Pero un día hubo una tormenta que se llevó las cabañas de los humildes, las lentejas aún sembradas y arrasó todos sus campos; los pobres pidieron comida y los ricos se la negaron. 

-Deme señor algunas semillas, para sembrar aquí en los campos, así mañana entregaremos su cosecha y serán ricos mis amos.

-¡No te entrego mis semillas, y siembra tú esos campos; entrega como cada año mi cosecha, que has de llenar la barriga a tu amo!

-No puedo sembrar cosecha, mi señor, porque sin simiente ya no es dado; pero si me presta unas semillas, mañana devolveré yo el doble y en su plazo.

-Si te entrego tres semillas, tres millones quiero  en un año; que de limosnas pides vivir y matar de hambre a tu amo...

-No puedo tres millones, señor, porque, aunque con sangre yo las riegue, no darán tanto mis manos. 

-Vete pues, pobre espantajo, que no me sirves como antaño, que en mi finca a mí me espera un rico puchero con chorizo, lentejas y ajo.

Y se fue el campesino, arrastrando su hambre tras los altos picos y los bajos lagos, y cansado y muerto de frío, al fin llegó a un pueblo distinto donde cada cual trabajó su campo.

Mas llegó entonces un día, a su puerta el viejo amo -Dame algo que comer que este hambre me espante un rato; que en mi pueblo ya no hay cosecha ni hombres que siembren sus anchos campos.

Blanco y negro






Hoy quiero levantar la vista al cielo, no me importa si es el día o la noche cerrada que se traga todo lo bueno; porque brillan las risas aquí en mi pecho, y aquí mis besos llaman tus besos con susurros nuevos y susurros viejos.


Jaroslav Monchak 



Blanco o negro, calma o vientos, nada puede robarme el alma que me ata a tu corazón inmenso, y que calma todas las aguas y todos esos gritos tensos, que enturbian el aire allá sobre las lomas bajas, allá muy a lo lejos.
 Agua tengo para esta sed, y calor guardo para tanto hielo; que calmen suaves tus negros y hondos velos... 

Y un beso tengo para tu nuca,
 para que guíe tu alto vuelo,
 que un grato suspiro tú me cuidas
  para despacito, muy despacito,
 bordar mi aliento.

Rebeldía

  



Se me está acabando la rebeldía,
 y cuando rota besa el fondo,
 se eleva como ave verde
y audaz de fantasía...

Y si se me acaban los luceros
 allá en lo alto del cielo, 
me persiguen raudos mil astros nuevos
 con su luz de rabia y mediodía.





Y el camino me habla hoy
 desde sus orillas, 
canciones viejas que me suenan
 a sangre roja y rubia melodía;
 y desde el polvo de estas cunetas,
 lecho morado de florecillas,
 se oyen poemas de conciliación,
abrazo y nueva vida.


Y hoy el pan 
busca su dueño,
 y les crecen alas 
verdes y blancas 
a las caricias;
 porque es justo 
que el mudo hable
sin temor de un dueño,
y sereno grite justicia.

Verde olivo






¿Dónde está mi conciencia,
 que hoy se me ha perdido 
entre el dolor y la rabia 
y el miedo a la guerra...?

¿Y dónde la tuya se halla, 
cuando torturas inocentes 
con la voz altiva 
del jinete y las armas?

 El dinero no tiene miedo, 
porque reina sobre el árbol del mundo, 
pudriendo hasta lo más profundo 
y engañando ángeles incautos
 que extraviaron su meta. 


Prometen y prometen mil ciento promesas, 
mienten y mienten y pecan y pecan.
 Mientras el hombre muere y el niño pena, 
mientras la calle es almohada, 
y el lucero del alba yace
 bajo alguna cuneta.

 Quiero yo un cielo limpio 
y todo el dinero esparcido 
en el campo yermo
 de las margaritas muertas.

 Y abre al sol hoy la mirada mía, 
sobre las nubes ligeras que ya no reptan; 
porque la esperanza hoy es verde aire, 
y el alma tuya es blanca toda,
 como la de un poeta.

Sólo los versos saben dibujar la senda: tus versos;
 sobre las ascuas rojas del miedo
 y de la guerra.

 Y sólo el plan del maestro
 pinta el caos de camino, 
que cuando es ya perdido,
viste sonrisa de blanco cal
y sudario viste de verde olivo.


Volar






Todo está confuso
y no se puede ver el cielo,
 y amputadas todas las alas,
 se arrastran por el suelo.

No hay sueños, 
porque los sueños hoy dan miedo, 
que sólo el viento espanta,
 como el agua espanta al fuego. 

A. M Lorek

  Arde el mundo,
 y arden inflamados los silencios; 
arde el ruido allá en la calle, 
aunque no callen tus rezos.

Ni todos los dioses, 
ni los santos todos del cielo; 
ni los demonios incomodados
 que habitan los avernos,
 enlazar podrán tus dedos entre mis dedos,
 ni acercarte a mi encierro frío y yermo.

Abrázame, cariño, 
y olvídate del alto cielo, 
que enredado aquí se haya 
entre tus párpados leves 
y mis silencios.

 Y conquista hoy mi sonrisa,
 que lucha feroz por aspirar tu aliento,
 y libera tú esta alma
que acorralan  los llantos bajos
 y los muchos muertos.

Desátame estas alas, 
y levanta mis pies del suelo,
 que volar quiero a tu lado 
y a tu lado quiero dormir
 por el fin de los tiempos.

Soñemos los dos muy alto,
 sobre las nubes blancas que surcan los cielos,
 que tus ojos y los míos no miren guerras
 de los cuerdos locos y los locos cuerdos.


La primavera niña






Como una cascada sobre las sienes
 se nos sobreviene esta primavera fría.

 Una cascada que es de miedo y de esperanza,
 de certidumbre estrangulada y ciertas mentiras.

 Como el caudal del mundo sobre mi mundo,
  sobre la araña se precipita la seda
 de esta mañana limpia. 

Katrhy Nicole


Y es que la primavera es primavera, 
y el sol sigue dibujando el cielo 
de cálido aliento y fuego,
 que sin querer y queriendo, 
 se prende de las paredes grises
 de esta cárcel quieta y vacía. 

Y te quiero, vida, 
porque tu memoria 
mis pecados no retiene,
 y porque viertes sobre mi sombra
 sin cuidado medida o custodia
 tu alforja de ambrosía. 

 Y si cauce no hubiera, 
el descuido tu encontrarías,
 por hallar mi persona errada,
 y por rescatar esta alma 
que es el alma tuya y mía.

Promesa eterna y cierta, 
albor del niño día, 
toma mi mano, besa mis dedos,
 que por tanto se hallaron huecos
 por miedo a perder tu fragancia, 
y de mi amor, su fiel caricia.

Muertos mueren, 
y el sufrimiento se abre las puertas
 de las casas y sus familias.
 Y la tierra traga su alimento
 y todo el llanto de todos los ojos,
 capaces no son de enmendar sus cauces,
 ni las manos todas, eficaces 
en detener tanta hambre de miedo, 
y tanta feria de mentiras. 

Mas como una cascada sobre las sienes
 se nos sobreviene esta primavera niña;
y aunque yo no quiera, el cielo luce hermoso
 y la hierba crece erguida.






La fuga del vencejo



Me marcho hoy mismo de este cuerpo, 
de este alma cansada, y me despido
 de mi sombra y de su recuerdo.
Ligera marcho, y ligera quedo.



Jaroslaw Data


Os dejo aquí en este entierro,
mientras marcho con el aire,
  y a sus alas encaramada beso
 el incansable vuelo del  vencejo.

Sopla el viento entre mis paredes, 
libre como alma y ligero como cielo.

Y mis tres metros de libertad
 se me hacen anchos prados verdes,
se me hacen amaneceres naranjas, 
y anocheceres rosas de lunas caramelo.

Ya no me sirven tus cadenas, 
las mías quiero de terciopelo,
 que no conocen el frío del hierro,
 y no me seducen más tus mentiras,
 ni tus alaridos locos de invierno.

Allá sobre las nubes blancas de mi soledad, 
madre, alfa y omega de todo lo bueno,
 no se puede escuchar tu catecismo, 
ni la ridícula dictadura de tu enanismo
que siembra odio sobre la tierra
que plácida habitaba en silencio.

Libre yo entre mis paredes, quiero, 
y preso tú, entre tus hinojos viejos. 

La habitación de mi alma





Y a pesar de todo,
 las gaviotas vuelan maleducadas,
agitando al viento sus alas finas y osadas;
dibujando requiebros, quebrantando almas, 
y endulzando muy despacito tu linda mirada.






¡Qué bonita es la inocencia! 
¡y que hermosa es tu risa clara!
Mírame, niño, que yo te quiera,
 mírame decirte que tu eres mi plaza. 

Y las flores... las flores, callan, 
abriendo fuerte sus colores, 
destilando lento sus olores, 
amaneciendo suaves la noche larga.

 Ven, jilguerillo, 
ven a posarte ingrávido en mi ventana,
 gorrión de plata y noche, 
golondrina que insistente alquilas 
la habitación de mi alma...





Primaversa 19






Los pájaros se enamoran, y no lo saben,
 trinan, vuelan y todo lo invaden,
 despeinando en sus requiebros locos,
 de los floridos árboles las cabelleras.





Laura Sheridan

Mas desde tu ventana 
sólo se oyen puñales,
 tus días con tus noches, tiemblan,
 y tus principios endebles se tambalean,
 buscando equilibrio en su romana 
que esquivo y se te hace brea.

Y más tarde que temprano
 tus ojos reparan en el cielo azul
 o en las aves que todo lo saben.

 Y tu alma presa halla entonces su vela
 en la copa alta de alguna nube canela,
 que ligera acaricia el cielo,
señalando por ti el confín del viento,
donde se cierre por ti esta cancela. 

Y hoy es la primaversa
la que nace y que espera; 
la que muere y que empieza,
 y que galopa dormida
 sobre la estrecha dehesa.

Y se abren las flores y se cierran...
se prenden los cielos y se entreveran,
se desparraman los jazmines y se recolectan..
y los trigos y los cantos y los amores, 
atienden y al tiempo nuevo, esperan.

Y la lucha sigue gruesa fuera,
 y aquí dentro los necios muerden paredes
 y los otros hierven versos 
con añoranzas de paz y menta.


Covid19

Esmeralda



¿A qué huelen las flores, madre?
¿A qué sabe el fracaso?
¿Y cómo se pierde el ocaso 
aún siendo la madrugada?


Autor desconocido



Aquí se muestra y se apresta 
la inesperada pendiente escarcha, 
justo cuando la primavera alumbra,
desvelando un timón sin rumbo, 
postergando las miradas.

 Quisieron florecer las rosas, 
abrirse quisieron las acacias, 
mas el nacer se hizo cancela 
y la cancela se hizo navaja.

 Un acertijo, una quimera, 
de algún mago o una bruja mala,
 me sume y te sume, prenda
 en el olvido de la vida
 y nos aúpa sin cariño 
al filo mismo de esta espada.

No ha de anochecerse el mundo 
cuando aún no brota el alba, 
y no ha de trabar ninguna soga
 el loco trotar de mis pisadas, 
si tan verde es la esperanza 
y de esmeralda es tu mirada.

Un ratito malo, 
una sombra que siempre pasa
No temas, prenda esta quietud,
 que es preludio de la luz,
 cuando acecha ilusionada.




Mediodía





Y quiera o no quiera,  
me baña el cielo 
con su halo ancho 
y dulce de gentileza. 

Quiera o no quiera,
 al sur, el cielo 
azulea con ese
 su tul intenso
 de miel y brea.

Llama el sur al canto
 y a la vida;
 y el verde es verde,
 blanco es el blanco, 
y lila intenso es la ceniza. 

No hay rincón de oscuridad, no lo hay;
 no hay recodo sin hinojo, 
y no hay silencio;
 porque trina el sol allá en lo alto,
 y aquí en mi pecho, grita.

 Me ciega el arcoíris cercano de tu risa,
 me ensordece el giro caprichoso de tu pelo,
 y a escondidas juegan traviesos
 tus deseos con mis caricias.

No se puede morir aquí, no...
 aunque lo intentes.
 Y si murieras, de nuevo alcanzarías 
de un salto el dulce encanto de la vida; 
sin riesgo alguno ni codicia, 
como en un recreo de ritmo perfecto
 que no se acaba, y que me ensucia y me fascina.




Y suavemente se hace noche, 
la noche honda, 
la noche densa que perfuma
 de jazmín el Mediodía;
y los colores se hacen recuerdos,
 y sueños del mañana,
 para envejecer en la cuna fiel
 de mi almohada de azahares, 
bajo la fuente fría.

 Más antes de caer ya es de nuevo el día,
 y la feria del encanto y el canto del ensueño,
 se hacen paz y se hacen dueños de mi vivir,
 que es colibrí de fantasía.

Sur de mis anhelos, 
sur de mi familia,
 sur de mis secretos 
que son de luz,
y no hallan paño ni cruz
 que los oculte de la luz
 del medio día.


Gaviotas






Por mucho que la muerte me llame,
 si las gaviotas revolotean cerca, 
la vida viene y me invade
para aliviar mi condena.





Y por mucho que llame 
la señora quieta a mi puerta,
 si los pájaros sesgan mis cielos,
 mis oídos nunca la oyeran. 

Porque como un zigzag
 la vida me invade y desprecia;
 asemejando fuerte a una playa
 de olas indecisas e inquietas.

Y hoy mi casa, 
que está sola y templada,
 entreabre su puerta al alba
 y la cierra bien fuerte 
cuando el sol no la ciega.

Llame pues a mi puerta
 en vano la fría dama indiscreta,
 que sin reclamo ha de caer mi cancela,
 cuando el fuego de la vida
 no prenda.

Enclaustrado todo lo bueno









Lamento haber llegado a la certeza
 de que ya nada hay cierto;
 salvo el cálido sol, salvo la luna fría,
 salvo alguna estrella que luce
y ante todo, el color betún de tu pelo...

 Pero acá bajo las nubes
 ¿Qué hay de verdadero? 

Que no sea el acierto
 de la luz en tus pupilas,
 o el aliento rosa del alba
 al deshacerse la noche
 como miel y caramelo

Nada ha de haber, 
yo no lo encuentro...


Yossi Kotler



Y beben los gorriones de los charcos,
 ajenos a todo lo nuestro; 
ajenos al fin de sus días, 
y sin importarles el fin
 de los nuestros.

 Aquí abajo hay desencuentro y guerra,
aquí hay desaliento y miedo; 
aquí sólo hay mentira 
y tiranos vestidos de nobles
 para esquilmar al pobre
 todo su aliento.

Vendavales de alientos robados
 guardan en sus bolsillos sin miedo, 
mientras ahorcados mueren a miles
 los rebaños de borregos 
por aupar aun más alto sus fueros.

Vendavales de aliento de niño, 
huracanes de suspiros de viejos, 
ninguno satisface su hambre
 ni su codicia de cacique obsceno.

Ya no te miro, ya sólo temo; 
todo lo malo se ha  derramado, 
y enclaustrado ya sólo queda
 lo bueno.


Mis ventanas





A empujones pequeñitos
 se me abalanza la dulce realidad;
 a bocaditos chiquitos de azúcar
 consumo el camino al andar, 
mientras la luna sube a su nube
 y mientras suave luego 
baja despacito de su tobogán...

 No hay prisa 
en las noches calmas,
  porque todo paño
 que cubra el cielo 
 tejido es de transparente
 hermosura y paz.


Andrey Belichenko y Masha Buhtiyarova





Entorna pues los postigos, 
que se nos viene encima la calma,
 y abre bien ancho tus ojos, mi niño,
 que alto y verde es el camino
 que de vuelta nos lleva a casa.

Vende baratas tus desgracias,
 que la risa que nace del llanto, 
cubrir sabe de tierno manto 
todos los valles de lágrimas. 


Entorna pues los párpados,
 en inclina tu mirada, 
que para ver el cielo mismo, 
son tus ojos mis ventanas.



Niña Paz





¿Por qué sostienes tu mirada?
¿Por qué retienes tu suspiro,
tu risa misma?
¿Por qué la tierna caricia tú escondes?
¿Cuando vives sólo de vida
y de la vida eres simiente?


Olbia Lula



Mas nunca duermas sin respirar la paz,
y nunca llores sin esperar parar;
sólo conquista cada minuto
y llena tu casa de risas,
y sé tú misma la brisa
cuando no puedas respirar.

Y sóla estás ante el mar,
sólo tus labios saben besar
amorosamente las nubes,
primorosamente las flores,
y hondamente las fracturas
rojas del dolor de amar.

Y no habrá injusticia
capaz de enfrentar tu paz,
no una serpiente capaz
de enredarse en tus sueños,
llenos de aires sureños
capaces de la mentira
embaucar.

Y besa en la boca,
como cauce que se desboca
cada mañana, cada minuto;
y bebe a morro de los arroyos
cristalinos de los caminos,
abrazando cada odio para enfriarlo
en el vino ardiente de tu paz.








Con tu porqué









Tuve una vida y la perdí, 
 y un amor tuve que olvidé,
 y una luna enamorada,
 y un sueño tuve
 con su porqué...



Viktor Franko


Y hoy una sombra

 a mi me cubre,
 y el sol me huye, 
lo desprecié.

Pasan las horas 
unas tras otras,
 menguando auroras 
que a cada instante  
visten de ayer.

Te dije adiós sin saber porqué, 
en pos del mundo yo me marché,
sin notar por un segundo 
 que tú eras lo más profundo, 
 que te olvidaba tras de mis pies...


Las noches hoy parecen frías,
 se te semejan todas al biés, 
y las estrellas callan celosas
 esa canción de nana hermosa
que me cantabas y les mostré.


Tuve una vida que perdí, 
 y un amor tuve que olvidé,
 y una luna enamorada,
 y un sueño tuve
 con tu porqué...