Claustrofobia




Esta quietud de vértigo
 me produce claustrofobia; 
el mundo no tiene cabeza, 
ni la quiere, ni la necesita. 

Los hombres no escuchan, 
no entienden, no aprenden, 
no saben respirar.

Esta quietud me produce claustrofobia.

Nada cambia, todo se repite,
 cada error, cada palabra equivocada 
y cada ausencia de caricia...

Una y otra vez, 
como atracción de feriante imberbe,
 el hombre mata, el hombre llora,
 el hombre no siente...

Da lo mismo, que lo mismo da
si un hombre es santo o sostiene un tridente,
 si ambos hacen llorar a niños y ancianos,
 sin remordimiento ni sombra de este.




Agniezska Lorek


Y el mundo va y viene, y viene y va
 sobre la marea del capricho
 de este patio de niños
 que no aprenden.

Y el diablo maneja sus hilos, 
sonriente y divertido;
 subido a la fuente eterna de la estupidez,
feliz de verse vencer
 sobre el orbe del desconcierto,
  de la guerra y del frío
 de la gente.


El sigilo






No todo en pos de la belleza,
 no todo...

No todo por beber el sol,
  por nadar la nubes,
 por danzar al son de los sones
 del trigo bajo el viento,
no por dormir tu nido...


Mariska Karto




Porque no hay fuera,
 ni dentro existen hambres ni bocados,
que me sacien, si tu pan yo no hubiere,
o si ya no me mirasen tus manos.

Porque el desahogo tuyo
de ladrillos y de silencio,
levanta y construye 
el desierto mío;
 afonía que aprende a gritar, 
tras las cortinas de la prudencia
 y el macabro velo del sosiego impío.

Teme pues al agua lisa, 
demonio hermoso del sigilo; 
teme, pues ha de ser su copa plana
 la que hoy colme tu grito. 

Al-Zahra, niña venganza



De gacela tu mirada,
y linda estrella, tu llegada;
el infierno sería no verte, 
ya eres el himno de mi alma.

Una sierra para tus ojos,
y mil almendros de flores blancas;
nieve cálida para tu risa
que hoy se apaga por honda falta.


"al-Zahra"
Obra de mi gran amiga y artista Olbia Lula





No hay tesoros, no hay palabras,
 no hay poderes ni plegarias,
 que sequen este paño inmenso
 donde guardas hoy tus lágrimas.

 Mas yo, alto califa del mundo,
 las recojo entre sollozos,
 desde el suelo ya caídas 
y derramadas.

Y lloras, mi niña, 
y gimes ante estos muros de oro,
 y estas fuentes de mercurio y plata;
ya nada prende la lumbre de tu sonrisa,
 que necesito, mi vida,
preso de ti, para no morir 
sobre mi almohada.

Temen mi mano pueblos y ejércitos,
se pliegan a mis plantas reyes y espadas,
mas no poseo regalos ni oros que a ti te sacien,
y mis tesoros y mis caricias, 
ya no son nada...

¡Y triste, triste tú te hayas! 
Y yo arranco por ti estos paisajes,
 doblego el curso de los ríos
 y hasta el mismo viento detengo
 frente a tu frágil estampa; 
pero nada puede hacer el rey del mundo
 por conseguir una sonrisa de su al-Zahra.


Resplandeciente ella fue regalo,
 para el califa que la asediaba,
secuestróle al instante cuerpo y alma;
y ya no fue más el rey, 
sino el esclavo de su esclava.

Esta sierra, para tus ojos,
y estos almendros de flores blancas;
nieve de verano para tu sonrisa,
que no se apague jamás por nada.




Con todo mi cariño y admiración por el trabajo de Olbia Lula, cuya al_Zahra, me sirve de inspiración para esta entrada.

Días robados






Días robados se ofrecen a escondidas,
 como ambrosía que se prostituye
 desnuda y fresca junto a los labios yermos.

Y yo los tomo, como tomo el vuelo
 de los pájaros, cuando dibujan
 con sus alas verdes de la aurora el rosario,
 que ya no ven tus ojos bellos.



Rachel Baran


 Mala es la conciencia que me posee,
 por ser capaz, como lo estoy siendo,
 de disfrutar, aún sin tus manos
 los cielos estos. 

Y es mala la memoria, y quiero y sueño, 
para olvidar el rastro amargo
 que arrastran mis risas 
en este aire que ya no aspiran
 tus labios tiernos...

Y aún sin ti cruzan veloces las aves
 el arco azul del firmamento;
y aún sin ti mi pecho arde
 cuando les persigo
 desde el marco estrecho
 de mi tormento.

 Porque no son estos tus gorriones, 
no son sus hijos ni sus nietos; 
mas saben volar muy alto
 y cruzar saben raudas sus alas cerca,
 muy cerca de este alféizar, 
para tentarme a ser feliz, 
aunque no quiero.

El nido





La vida transcurría por su cauce de lana y risas, 
 cuando de repente, y sin saber la causa,
 camino, sombra  ni alevosía, 
mostróme su áspera hiel 
la nostalgia...

Gabriel Vertel



¿Cómo ha sido? ¿Cómo pudo ser?
 Que ahora no haya tierra bajo mis pies,
y que el sustento de mi alma, caído se halle
 sobre el mismo nicho de mi alegría...

¡No hay suelo! ¡Ya no hay alma!
 ¡Ni sueño hay, ni nostalgia!
 Acabóse el terciopelo, 
escanciáronse todas las albas, 
no hay ya azúcar que me sacie,
 ni aceituna que me agrade
 bailando verde sobre las ramas. 

Y vendrá pronto la esperanza 
a poner su nido sobre mis palmas. 
Y yo la dejaré anidar,
 y a sus hijos veré alborecer 
sobre el cálido refugio de mi alma.

Y frente a mi veré crecer
 el fuego de los cuchillos y las espadas;
 y una nana les cantaré, 
para que duerman tiernos aliñados en laurel,
 hinojo, opio y mil fragancias.


La guitarra




Un sonido
ronco y profundo rompe
 el calor como un cuchillo 
que por sangres, vierte versos.

El aire tiembla y llora,
 la garganta detiene su latir, 
y el alma y el cuerpo atienden al son,
 que es diapasón dorado,
 de vino blanco y lamento.

Juan Luis Seco Herrera Lorenzon 


La guitarra, confunde su latir,
 con el tañer lejano de una campana
 que cimbrea su eco en las estrechas calles
 del recuerdo.

Y plañe el alma y grita de júbilo el sueño,
 y se precipitan los dedos del arte puro,
 sobre las cuerdas mismas del llanto bello...

Y tañe la tormenta de la emoción
 sobre el futuro que se da la mano
 con el recuerdo; 
y el alma pura del pueblo llano 
se acuesta esta noche en el lecho alto
 del arte, de la sangre caliente,
 y el suspiro de un verso.

Vicente Amigo


Tu geranio...








Hay una cosa que me dejaste, madre...

Un recuerdo de tu alegría, 
un suspiro que por tí suspira,
 como poema libre de mañana,
 y en la tarde, soneto fresco 
olor a dulce duende...

Juan Luis Seco de Herrera Lorenzo



Y se me enreda en el pelo
 tu aroma, y en la mente, 
 y en el recuerdo, se culmina 
en pregunta cristalina 
que nadie entiende...

Trajiste una flor, dulce doncella,
 una flor de la tierra aquella 
 donde las flores saben de métrica
 y de cariños se mantienen.

 Lo trajiste, madre mía 
de donde las niñas clavellinas
bailan al corro con la fuente...

Madre mía ¡mira tus flores! 
sobreviviendo a tus simientes,
 madre mía ¡mira la vida! 
cómo queda inmóvil y fresca,
 alimentando su lozanía,
 de tu recuerdo inacabable,
 como el aire puro y como el cielo,
 y como el agua fresca, 
cuando pasa despacito, despacito,
 debajo del puente.

Para mamá

Baladí



A veces, si lo dejo,
 el viento de los recuerdos
 me hace trenzas,
 y con los lazos del pasado 
se me enreda el porvenir...

 A veces, si me dejo, 
regresan como sueños
 a mis párpados tus párpados,
 dibujándome miradas 
que deletrean "baladí".



hiroshi nonam


Y no habrá amor pasado 
como el que está aún por venir,
 porque ni el presente 
ni lo que aún me recuerda a ti,
frenar consiguen mi sufrir 
cuando en el pelo me hago trenzas
 que como tú huelen a jazmín.

Y no puede haber cuadro 
como el cuadro del recuerdo,
 no hay futuro, no hay acuerdo;
 porque el pasado se empeña
 en apesar de pasado ser perfecto;
 y lo que todavía no fue 
se extravía en el infinito viento. 

Pinta pues, pintor 
de los amores perfectos,
 un amor pasado, porque el futuro, 
no ha de dibujarse
 hasta que lo haya trillado 
el crudo fuego del recuerdo.

Miénteme, que yo te creo



Míénteme, que te creo, 
amor mío, miénteme;
que si dices día el sol sale,
 que si noche, se hace eco. 

Miente pues, 
dime rosas abiertas, 
dime alegrías, 
dime parabienes 
y di cerezas. 

Y que la sangre brote galopando 
sobre la luz de tus dos estrellas;
 y que el aire baile bajo tus dos alas,
 que son mías,
 y las sostenga...


Melissa Nucera 

Miente fuerte, cariño,
 miénteme, que yo te crea;
 que al despertar de tus mentiras,
 bajo las losas del suelo entierro yo, 
tus altos requiebros
 y tus promesas.


Los mismos locos

La pasarela del cielo



Todas las tierras comparten 
la misma luna y el mismo viento, 
todas las madres el mismo llanto, 
todos los viejos el mismo invierno...


Al fin y al cabo todos los locos pisamos la misma
 tierra, aunque en mundos distintos vivamos...



Anilah 

Y así ocurre que sobre las nubes se conducen los locos azules,
 y los rojos locos bajo los rastrojos;
 y que se arrastran ingratos los idos amarillos
 descifrando el vibrar de las alas de los grillos...

 Y los unos dicen ser mucho mejores,
 mas mejores son también los otros,
 porque en sus nanas les hablaron de personas de alta cuna y les contaron de otras cuyas locuras no valían el polvo que del suelo iban levantando.

Mas todas las tierras comparten
 la misma luna y el mismo viento, 
y todas las madres el mismo llanto; 
todos los viejos conquistan el mismo invierno,
 y cada invierno precisa su manto.

Y así resulta que todos los locos pisamos la misma
 tierra, aunque en mundos distintos vivamos...


El viento






El viento me hace libre,
 me hace libre, lo siento; 
la soledad de lo incierto,
 el aroma del cielo abierto,
 su susurro y su estruendo...





Y el cielo resulta inmenso
 cuando lo peina el viento,
 y mi alma pequeñita se hace grande,
 por abrazar tan grande encuentro...

Me hace grande, de aire me hace,
 como ámplio se abre el horizonte 
cuando despierta el día
 y bostezando el sol
 se alargan los brazos largos
 del entendimiento.
Y respiro hondo y me veo
 y lo veo todo con estos ojos pequeñitos
 con los que en la noche 
me gusta mirar un cuento.

Y hace viento, esta noche hace viento,
 y las puertas llaman inquietas
 a la comisura entreabierta 
de estos párpados negros;
y se cuelan por todas las rendijas,
 algunos sueños encantadores 
que me llevan en espiral caída 
sobre tus brazos consentidores.

Y el viento me hace libre,

 me hace libre, lo siento...