Lejos te hallas,
tras el ininterrumpido velo
del tiempo y las sombras de mi historia,
Córdoba de mis sueños,
de mis días y mis madrugadas...
Y quedó tu ciencia bajo la sangre de tus piedras,
el collar de tu paloma,
el loco vuelo del cuerdo cuando razona,
el testimonio de los números
y el dulce alumbrar de tus doradas sombras.
Luego riela la puerta y como luna nada sobre su
liso estanque,
y me abrazan tus calles tras las murallas,
como moldes, como hormas y como madres.
La leyenda tiene sabor a ti,
y el amor, y la ciencia, y la espada brava
y la hermosura del candor...
Los poetas inventan y cuentan tus historias,
tus lágrimas y tus quimeras,
y tras la serpiente del tiempo en su reptar,
no supo sabio ni autoridad,
donde la llaga se halla que separe del recuerdo,
el cuento y la realidad.
Tu eres mi estampa,
tú mi sueño moro, tú mi semblanza...
Y tras de mis párpados te encuentras
siempre tú misteriosa y repujada,
cuero policromado y marco de plata.
El vuelo de una paloma
juega y se burla de mi atención,
se pierde y no se pierde entre las almenas,
los naranjos alzan el aire de su azahar
y dulcemente la engalanan;
y el poeta, el poeta asomado y soñador
a su ventana azul, hábil le engarza un collar
de primorosa plata y dulce tul.