Dos reinos y un cofre lV




El desconcierto se había extendido como humo incendiario sobre las tortuosas calles y las cabezas de los ciudadanos indefensos y  espantados por el peligro que desde el Este, se abalanzaba sobre sus vidas, igual que una sombra descontrolada de muerte putrefacta...Muchos partían con sus familias apresurados en dirección opuesta, en pos de una suerte desconocida, otros se apostaban frente al castillo esperando noticias, una luz de esperanza, un resquicio...



Entre sus manos
 un cofre, 
en su mente
 la esperanza, 
frente a ella 
el desconcierto y la duda...
en su corazón 
la verdad que amansa..



El Narrator real llevaba varias horas relatando las espantosas noticias que llegaban de las ciudades de Rhadon y Neimur..El enemigo avanzaba durante las noches como serpiente y durante el día estrangulaba las posibles vías de escape de sus presas con la ayuda de sus aliados del submundo, los diurnos mures, seres semisiones bípedos, que ungidos de cierta inteligencia por el sacrificio de su estirpe a la de los Vástagos Plasiegos del subreino Són, les servían.




Ya habían pasado nueve noches desde aquel encuentro mitad divino, mitad maldito, nueve días de duelo y de muertes sin freno.
Nueve en que los ríos de sangre y fuego manaban de aquellas manos amantes, de quién le habló palabras tiernas de amor y vuelos...Nueve noches habían paseado su coorte de luces y sombras sobre el Reino desde que Astúico había rozado su alma con suave dulzura y había alzado su vuelo imponente sobre las altas nubes, desconcertado de su propia ternura, de su temerario arrojo imprudente...Nueve días de vida había cumplido su hijo en su vientre, uniendo en una sola linea de sangre los dos extremos irreconciliables.





Tras las interminables reverencias y la fastidiosa ceremonia los nobles y caballeros comenzaron sus disputas inacabables acotadas sus fuerzas por los desbordantes acontecimientos, ignorando a la reina, pugnando entre ellos...
Siamm habló casi imperceptible pero imperturbable:

-El Reino prevalecerá, yo comandaré...

Se hizo el silencio y la incredulidad en una reina joven e inexperta, ignorante en las artes de la guerra y la estrategia, que una vez muerto Tarso, tan sólo habían considerado útil para el pacto de ventajosas alianzas, pero a quien debían obediencia y pleitesía.
 Las miradas desconfiadas estaban al menos de acuerdo en ello, pero las bocas, obedientes, callaron...

-Quiero fuerzas de ataque en los Altos del Inferorum, el grueso de las tropas debe atacar su guarida ahora expuesta..
Nuestra gente morirá de igual modo, ellos atacaron antes, ellos ganan la partida pero nosotros ganaremos esta guerra.
Los cuatro grandes pilares de la guerra nombrados por mi padre me aconsejarán, veré con mis ojos su exterminio como Astúico está viendo el nuestro, le quiero a él de regreso a su  nido de maldad para defender lo poco que dejemos, y quiero también poder contemplar su cabeza en un cofre de plata.




-Tarso vivió enseñando y me enseñó respeto y valor, me enseñó respeto por el enemigo injusto y valor para reaccionar con juicio y frialdad, justicia y compasión...



Él me mostró que el árbol más fuerte sabe plegarse manso frente a la tempestad para erguirse tras el paso de ésta. Será la sorpresa y la rapidez nuestra arma, algunos soldados fingirán ser todos y la orden de los caballeros del Iris atacará sus indefensos y confiados confines. Quiero presos a sus mujeres e hijos en los Altos de Eos, donde ellos jamás aventurarán sus malditas alas debido a la esencia Caelum de la luz perpetua.



Fuerza y corazón, difíciles amigos, agua y fuego, luz, sombras, alba y ocaso al fin son tan parecidos...tan necesarios entre si, tan el uno sin el otro sin sentido...



Astúico agoniza por amor incapaz de comandar su propio ejército.. Su arcángel secreto, su amor asesino paga ya con sangre y vida su orden de masacre macabra, ya se arrepiente, ella lo sabe...pero ya no puede retractarla...
Allá, refugiado en las cuevas Sara o Zargarramundi donde habitan sus brujas curanderas, lame sus heridas, perdido en los confines remotos de los Montes Non Levi...aquellos donde jamás amanece y de donde procede la raza de los Vástagos Plasiegos, lugares que están aún lejos de la Guarida hacia donde cabalgan los Caballeros del Iris...



"La una 
entregó sus manos puras,
el otro
 las suyas ensangrentadas
 y tres dones ocultos
 frente a tus ojos claros..
Uno salió volando,
 otro 
leyendo los sones del alba,
 y el tercero,
 aún no lo has forjado".

Con la colaboración de Mikel Beltrán