Esse Imaginaria
Y un sonido sostenido en el viento insistía en permanecer a pesar del transcurrir de los segundos. Los golpes certeros parecían coreografiar la sangre, que bailaba a su son...
Atravesó la estancia liberándose de todos los monstruos sin ser tocada, como la transparente realidad, como el espectro de algún hada..
George Redhawk
Abandonó la hecatombe sin mirar atrás, sin vestigio de temor por los entes violentos que desmontaban la sinfonía de todas aquellas vidas en el nombre de algún dios cobarde.
Hubiera sido una tarde plácida, levemente iluminada por un cielo que ya se sonrosaba con el suave adiós del sol sobre las lomas lejanas, pero los trinos habían callado en presencia del silbar de las espadas.
Angie sabía que los pájaros enseguida retomarían su canción, y atravesando la puerta del templo, apoyó levemente su mano izquierda sobre una de las columnas de la entrada, buscando el reconfortante y cálido aroma del campo abierto y de los reincidentes amantes eternos que todas las lides restañan, retozando los cielos inmensos e intercambiando los tonos celestes del día por los oscuros y premonitorios de la noche cegada...
Al fin el postrero trino del ave más atrevida y terca se derramó puntual sobre sus atentas sienes, justo a tiempo de amamantar su poderosa alma, harta de aquellas luchas interminables en pos de la paz secuestrada.
La intocable gema de la Justicia había sido hurtada del cofre del Aire Inexpugnable que le había sido encomendado por derecho y obligación de extirpe a su familia, la de los Hados Inexistentes, guardianes del mayor tesoro de la humanidad desde el principio de los oscuros tiempos...
Ahora, Angie estaba sola, todos los semejantes habían caído a manos de la violenta estampida de los salvajes Monstruos de la Ira, que arrasaban el Orbe, y todo esfuerzo, todo derramamiento de sangre parecía inútil pataleta por recuperar la preciosa gema.
Aquella misma mañana, durante la tediosa clase de matemáticas, no hubiera podido imaginar la terrible realidad que se cernía sobre la comarca.
-Aparta, no veo- susurró a María, su compañera de pupitre, agachando la cabeza para no ser ni vista ni escuchada por Don Matías. -¿Qué pone ahí? ¡ no entiendo tu letra..!!
-Si me copias no es mi problema, Angie. No me metas en problemas y cállate.
Las matemáticas habían sido su monstruo hasta aquel momento; nada más difícil de comprender y controlar, como brujas crueles y burlonas que la ninguneaban...
Don Matías seguía con sus ojillos inquisidores cada movimiento en el aula, previendo y presintiendo quién iba ha hacer qué... Era aquella una facultad forjada a lo largo de sus treinta años de profesión.
_¡Psssh, María... ! -siseó Don Matías con un hilo de voz que se asemejaba al de una serpiente ronca y - de inmediato Angie dejó de respirar, era el fin del mundo si la pillaba copiando a su compañera, ya la habían sorprendido demasiadas veces...soñando.
Continuará??
Atravesó la estancia liberándose de todos los monstruos sin ser tocada, como la transparente realidad, como el espectro de algún hada..
George Redhawk
Abandonó la hecatombe sin mirar atrás, sin vestigio de temor por los entes violentos que desmontaban la sinfonía de todas aquellas vidas en el nombre de algún dios cobarde.
Hubiera sido una tarde plácida, levemente iluminada por un cielo que ya se sonrosaba con el suave adiós del sol sobre las lomas lejanas, pero los trinos habían callado en presencia del silbar de las espadas.
Angie sabía que los pájaros enseguida retomarían su canción, y atravesando la puerta del templo, apoyó levemente su mano izquierda sobre una de las columnas de la entrada, buscando el reconfortante y cálido aroma del campo abierto y de los reincidentes amantes eternos que todas las lides restañan, retozando los cielos inmensos e intercambiando los tonos celestes del día por los oscuros y premonitorios de la noche cegada...
Al fin el postrero trino del ave más atrevida y terca se derramó puntual sobre sus atentas sienes, justo a tiempo de amamantar su poderosa alma, harta de aquellas luchas interminables en pos de la paz secuestrada.
La intocable gema de la Justicia había sido hurtada del cofre del Aire Inexpugnable que le había sido encomendado por derecho y obligación de extirpe a su familia, la de los Hados Inexistentes, guardianes del mayor tesoro de la humanidad desde el principio de los oscuros tiempos...
Ahora, Angie estaba sola, todos los semejantes habían caído a manos de la violenta estampida de los salvajes Monstruos de la Ira, que arrasaban el Orbe, y todo esfuerzo, todo derramamiento de sangre parecía inútil pataleta por recuperar la preciosa gema.
Aquella misma mañana, durante la tediosa clase de matemáticas, no hubiera podido imaginar la terrible realidad que se cernía sobre la comarca.
-Aparta, no veo- susurró a María, su compañera de pupitre, agachando la cabeza para no ser ni vista ni escuchada por Don Matías. -¿Qué pone ahí? ¡ no entiendo tu letra..!!
-Si me copias no es mi problema, Angie. No me metas en problemas y cállate.
Las matemáticas habían sido su monstruo hasta aquel momento; nada más difícil de comprender y controlar, como brujas crueles y burlonas que la ninguneaban...
Don Matías seguía con sus ojillos inquisidores cada movimiento en el aula, previendo y presintiendo quién iba ha hacer qué... Era aquella una facultad forjada a lo largo de sus treinta años de profesión.
_¡Psssh, María... ! -siseó Don Matías con un hilo de voz que se asemejaba al de una serpiente ronca y - de inmediato Angie dejó de respirar, era el fin del mundo si la pillaba copiando a su compañera, ya la habían sorprendido demasiadas veces...soñando.
Continuará??
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