El prado de Proserpina
He vuelto a volver.
El camino se hace y se deshace, y pareciendo que la meta alcanzara, se desvanece, entre las brumas del rememorar de tu risa y el relente...
He vuelto a volver,
a la casa de tus besos,
a la de tus sienes.
Vuelvo al hogar, al acurruco y a la risa pequeñita de la confidencia sin disimulo. A la complicidad del par perfecto, y a tus manos que se abren a mi como cuna que me mece el sueño...
Kanisa A.
Me extrañen el cielo y el infierno, me llamen el agua y el fuego, y se me entreguen los prados verdes coronados de blancos cabellos; que despreciarlos deberé por abrazarme fuerte, fuerte a tu fuego.
Y la tranquila ave taciturna eres de mi cielo,
pues no hubo águila ni halcón existiera
que sobrevolar pueda el balcón de mi pecho.
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