La luz de la vida volaba bajo,
arrastrando mis recuerdos de niñez,
arrastrando mis ilusiones verdes,
por el suelo de mi alma, por el fango.
Altos cipreses estaban cantando,
sus copas indecisas bailaban al biés,
y dibujaban círculos de humo y miel
en la barriga de un cielo rosado.
Y atardecía la tarde tardía,
y muy pronto fue la ilusión robada,
y robada la vida atardecía...
Y ya entonces se veía acabada,
sin aún beber el humo de la vida,
la vida se va cansada y fugada.
Tiempos hubo en los que era un ciprés un ser viviente, un ser hablante, mutante... Hubo tiempos en los que asombrada levantaba la vista sin poder abarcar su copa distante, danzante... cambiante.
Los hubo en que su sombra era algo a lo que aferrarme, algo nunca inmóvil, que jugaba conmigo a la tanga en el albero, entre las piedras del camino, en mis ilusiones esparcidas que le habían dado identidad de monje que una noche de truenos, entre lluvia y fango escapara a escondidas de un cuadro zurbaranero.
Ahora mi monje de Zurbarán ya no escapa más de los cuadros, ya no acaricia nubes huidizas. Mi monje ahora es un árbol desproporcionado, que otorga sombra a mi vida siempre deslumbrada... como paño suave y premonitorio, como luz negra que me da la vida y me anuncia la muerte, dándome a escoger con su copa suicida una nube donde subir y marchar sin decir adiós... pasajera de su vaivén, dejándolo todo...
Mi amigo el ciprés es una flecha apuntando al cielo tordo, mi amigo es un ave que vuela sin alas, un reloj que no marca las horas, un señor encapuchado y misterioso que señala eternamente al cielo, y eternamente insiste y señala mis sueños y mis vuelos locos, los conoce y me entiende, le conozco y me ignoro..
La belleza del ciprés, a veces no la valoramos por su cercanía a la muerte, pero no deja de impresionar. Muy linda descripción. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Teresa, la verdad te digo que es un árbol ligado a mi infancia a más no poder y que todavía hoy recuerdo sobrecogida cómo me impresionaba aquella punta cimbreante a lo lejos, un saludo
EliminarMuy lindo como siempre, no es nuevo para mí el maravillarme con tus letras! Abrazos!
ResponderEliminarHola amigo Alex y no es nuevo para mi recibir tus comentarios con los brazos abiertos. Sabes que es gratificante para mi recibir vuestro apoyo, un abrazo.
EliminarMe gustó mucho el poema, " la vida está cansada y...fugada." muy buen verso por sí solo y como cierre del poema es genial, un abrazo
ResponderEliminarHola Rubén, muchas gracias por tu inestimable opinión, me alegro mucho de que te haya gustado, un saludo.
ResponderEliminarEl ciprés es un muy compañero para nuestros días de acá y de allá, escuchas el viento volar entre sus hojas es una experiencia sin consuelo.
ResponderEliminarExcelente publicación, lo cual no es novedad ya que viene de tu genial alma y sentimiento. Un abrazo.
Gracias Mirta, si, el ciprés es todo un recuerdo de la infancia para mi y un referente, su forma, sus similitudes y los días de añoranza...mmm, magníficos seres..besos lindo ángel de la guarda...
ResponderEliminar¿Podrías creerme si te digo que también es un recuerdo ligado a mi infancia? Pero lo extraordinario es que lo había olvidado y me lo has reverdecido. Largo, estirando su penacho orgulloso, desafiando al viento, tratando dE llegar más alto que los pájaros. El mio estaba en el otro extremo, en la vida. La risa de los chicos que jugaban en la plaza lo adornaban y yo me quedaba extasiado sin comprender como se sostenía colgado del cielo. Maravillosa tu prosa. Magnífico tu poema y otra vez, corriendo en contra mano, los versos primeros me llevan a soñar sin pausa. "La luz de la vida volaba bajo, arrastrando mis recuerdos de niñez" Como siempre ¡GRACIAS!
ResponderEliminarA ti, mi admirado amigo...gracias a ti. Bueno, mi ciprés de la niñez, por muy extraño que te resulte era uno entre otros muchos en el cementerio de la Salud (también el nombre del cementerio era extraño..jaja) solía visitarlo porque estaba abierto y mi abuela vivía cerca, es muy antiguo y muchos de sus panteones a mi me parecían obras de arte venidas de otro mundo...y entre todas ellas, los cipreses bamboleándose, como contándome no se que historias fantásticas que trataba de desentrañar mirándolos embelesada...No se porqué son cosas inolvidables y cada vez que veía un ciprés me iba volando a su punta bailarina para escucharlo, aún hoy, cómo no....Un saludo y muchas gracias por tu valiosa atención.
EliminarGracias Alfmega. El ciprés con toda su representación simbólico fue tocado con tu varita y cobró vida. que hermosa tu magia amiga mía
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