El prado de Proserpina
Simulamos flores, pero no lo somos.
Simulamos tiempo y caricia...
Simulamos ser una parte de la naturaleza
tan hermosa como del sol el reflejo,
e imitamos el alto trino del ave
y el oscuro bramar del infierno.
tan hermosa como del sol el reflejo,
e imitamos el alto trino del ave
y el oscuro bramar del infierno.
Jaroslaw Datta
Busca cada uno su hueco, uno distinto del que amaestrado por otros ya ostenta, una ilusión que engañe al corazón traicionado e incapaz de levantar los castillos que siendo niño había soñado.
Capaz de matar ángeles con el poderoso don de su indiferencia, y de verlos morir lentamente a las puertas de su casa, bien cerrada con mil candados de miedo y excusas huecas…, armados todos de corazones bruñidos de traición que no supieron cumplir su primigenia misión de amor a la paz y de justo miedo a la muda guerra.
¿Qué es del ángel que sólo vuela para discurrir bonitos círculos entre las estrellas?
¿Qué es del que amputa las alas a los otros ángeles para que no estorben sus piruetas?
¿Qué del reino de puertas cerradas y ventanas tapiadas como caricias muertas?
Y ahora, viene el llanto del justo inmóvil, del que se queja y del que se ampara en la escasa longitud de sus plumas para alcanzar el otro lado de la puerta.
Y mi propio llanto viene ahora, el más negro, el más perverso, el que ve el holocausto y lo siente, pero se aguanta las ganas de girar la llave y se complace plañiendo palabras huecas.
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