Reloj de arena

El prado de Proserpina



Ya pasó, 
la arena ya se precipitó
 por el estrecho pasillo
 de los momentos ninguneados;
 posándose en el acogedor asilo del olvido…
 El tiempo se la llevó 
como al agua se la lleva el río, 
como a la luz la madrugada, 
como a la juventud raptan las horas 
inmisericordes sin hacer ruido.

Jaroslaw Datta

Nunca volverán los antiguos sucesos a reverberar,
 rememorarlos, vivir su sueño es una pesadilla; 
pensarlos, mirar su duna recluida
 es vivir en la acogedora y embustera burbuja
 de la fantasía,
 habitar su nido…

Ya pasó, 
no importa cuantas veces recuerdes sus desastres,
 no importan las veces que revivas
 las gloriosas cornisas del pasado, 
porque el pasado ya pasó,
 y tan solo queda el eco de su voz
 en la inmensidad cóncava del universo 
incombustible y plano…

 Busca si lo deseas su halo en tus cerradas heridas 
para abrirlas, 
en la imperceptible huella que te dejara en la piel aquel beso, 
en la vereda del reverso de aquel camino ya hace tiempo intransitable…

Pasó,
 como trascurre por la boca la palabra, 
como la golondrina por su nido pasa 
y la caricia consumada; 
y tal como abandona para siempre su recorrido
 la sangrienta espada.

Siguen su camino los momentos, una vez agotados,
 y lo sigue el aire encaramado en el suspiro...
 Ya no lo busques y sigue tu destino 
pues aspirarlo no es oficio de nobles
 ni construir consigue torre ni castillo.
 
Un punto en el horizonte te reclama, 
tú no lo oyes y no lo ves, 
mas por ti llama y clama… 

Un punto en el horizonte, 
brillante, magnético, 
flama naranja, 
flama amarilla
 que se acerca prendida
 de la virgen luz del nuevo alba. 

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