El prado de Proserpina
Extrañamente te extraño... no pensé que sucedería, más tras diluirse en mis lágrimas las palabras que fingías, deduje sin dudas que mentías.
Indulgentemente te marchitas y en mi memoria tu memoria ya está baldía; ya no recuerdo el color de tus besos ni el trotar de tus ojos a la vera mía.
Tu jaca te lleva lejos, más aun más lejos te destierra el sinuoso túnel de la mente mía; y allá desde la lontananza de aquellas torres que al viento del sur se postran, sé que me llamas sabiéndote perdido por cobardía.
Adiós, amante postrero... mas te digo que nadie más el hueco de tu persona rellenar podría. Adiós, amor imperfecto, perfecto y joven cadáver de primavera por el mal del viento vencida.
Agniezka Lorek
Cabalgar podrán las lomas lejanas sobre la luna llena o bajo el sol naciente en la mañana mía, mas si tú no estás no podrán mis sueños volar, como volar supieron sobre tu alfombra torcida.
Nacerán nuevas mañanas y, nuevas lunas se prenderán del alto cielo. Crecerán los cachorros y se amarán entre ellos como cada noche se aman los luceros sobre la campiña, y yo un día amaré de nuevo, despacio y sin abrir los ojos, rescatando aquel sueño que soñamos juntos, mintiendo sobre la boca ajena, tu mentira.
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