Por la baranda del cielo
Y es la imaginación
el más bello ornamento,
el más bello ornamento,
y el sol, la luna y tu sonrisa,
tan sólo me parecen unos burdos instrumentos;
porque cuando el vuelo del alma misma
sobre las torres y la luna rima,
nada nublar consigue
tan alto y profundo portento.
tan sólo me parecen unos burdos instrumentos;
porque cuando el vuelo del alma misma
sobre las torres y la luna rima,
nada nublar consigue
tan alto y profundo portento.
¿Qué haber podrá
tras de los límites de lo posible
tras de los límites de lo posible
sino lo que hoy mismo es imposible
por futuro imperfecto?
Cabalga, niño de aire sobre las nubes tersas de cualquier sueño inalcanzable, cabalga lento, al paso y al galope, sobre el corcel negro oscuro de tu horizonte...
Tesoro repartido por igual, riqueza del alma y el intelecto, regalo de los dioses más perfectos que faculta al rico y a pobre da visa, para fabricar una luna nueva que colgar del vacío cielo, cada día sin beso y cada noche sin derroche.
La suerte, la tierra, las monedas... nada puede nada, no tienen precio, si no te abrazas fuerte, mi niño, al gratuito intelecto de imaginar los sabores dulces de la vida cuando todo sea yerto.
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