Afluentes

El prado de Proserpina



Cada vez que se ahoga un segundo
 en el mismo aroma de su ausencia,
 nace, como nace cada mañana el mundo,
venga o no venga pegadito a tu presencia...

Agniezska Lorek


Y cada vez que te vas... ya has vuelto, 
porque nunca de mi mente tu mente se despega,
enredados como estamos tal que dos ríos
 convergiendo en uno sólo sus esencias...

Cada día que pasa es un día más que nuestra piel endurece, reverdeciendo en inocente galope nuestras almas, saltarinas presas... 

Y el tiempo se contempla a sí mismo en este nuestro hueco, aunque el mundo pase raudo y nos rebasen tangentes los salvajes desastres y dulcemente nos alumbren  las albas tiernas. 

Y ahí está, conmovido el pétreo latir de los segundos, que en lo más tierno se detuvo como lienzo vivo, y quieto queda por siempre hasta que el reloj del viento me lleve o de muerte blanda a ti te hiera...

Entonces, y sólo entonces el precipitar suicida de la lluvia se asemejaría a la arena de un reloj pendenciero, que sin motivo se traga al justo y al injusto, al dichoso y al miserable, junto con el señor del cortijo y su labriego mientras le sirviera.
Sólo entonces tú y yo destilaremos nuestras fraguadas aguas, para unirlas a los torrentes del cielo, del olvido y de la apaciguada indiferencia.

Córdoba

El prado de Proserpina



Córdoba se despierta.
 Mayo amanece sobre el violeta y el amarillo
 de la campiña ondulada,
y los azahares que desde allí se desprenden 
yo los llevo como estoques,
 clavaditos al alma.


Me deslumbras, Córdoba
 inclino la vista
 y con las manos me protejo los ojos,
 celosías enrejadas que no tamizan
 tanta blancura pura y mansa...

Córdoba me hiere el alma
que sangra y sangra 
la sangre del feto
que nace fuerte respirando albas

Aires densos de flores, 
olivos borrachos de flamas,
lunas amantes de ríos
y toros enamorados que
quisieran besarlas.

Córdoba que son ciento,
 Córdoba que son nada, 
tierra de ensueños imposibles,
sueño posible que sabe a jara.

Y cruz eres de pétalos escogidos
Cruz de piedras grises y lloradas,
de medias lunas y de leyendas escondidas
tras cóncavas esquinas columnadas.

Córdoba, tú que inauguras todas mis primaveras,
toma mis manos abiertas 
y descifra el batir de mis sorprendidas pestañas!!!
 Tú, madre mía, que por la pasarela del cielo 
te paseas sola y lejana...

Córdoba, 
con el alminar de la alta torre, 
caza este beso al aire...
Tú que inauguras mis días y mis noches, 
y mis sueños cuajados de todos los misterios 
que pudiera haber escondidos tras tus ojos negros,
 tu corcel de fuego y tu negra capa.


El nido

El prado de Proserpina



Un corazón dividido 
impulsa hoy mi sangre,
ora torrente circundante,
o negra laguna de olvido.

Stefan Guesell


Sobre la lontananza va
mi dulce fruto ya huido,
mas ni nos separa el vil ruido
ni su recuerdo partirá.

Ciudades ni mares borrar podrán
de esta gema su talla de amor,
recuerdo, sombra, aroma ni rumor
pirograbados en fragua impar

Partieron lejos los hijos
mas se fundió su eco al hablar
sobre mis sienes que volar 
supieron sobre acertijos. 

Adiós a la marcha y su a mito.
Adiós, al adiós sin más,
que los amores viajar no pueden
lejos del cálido nido,
y que si ciertos fueren
 a alejarse no alcanzan
 jamás.

Perros aulladores

El prado de Proserpina



Me engañó la luz de la luna llena,
 pareciérame tan cierta y tan bella... 
 la luna redonda se me simuló
 buena...

Mas mintió la luna, pues no era más cosa que el reflejo de mi deseo, el eco de algún invento, la imagen maquillada de cualquier alta novela.


Stefan Gesell

La luna llena me mintió todo este tiempo, pues nada hay tras de su esbeltez redonda y secreta, artificio vacío y brillante, capricho de los dioses cuando sin más quehacer por los hombres, tal que seres divinos y desocupados, la bordaron primorosos sobre el poderoso tapiz cielo... pareciéndose en este particular entretenimiento a un cónclave disciplinado de insumisos dioses bellos. 
Así fue que fueron ellos quienes pulieron su nacarado brillo tal como se artificia la figura y se escribe la leyenda que ha de acompañar a una princesa mora, a esa que mora pegadita a mi amado puente de los veinte siglos.
Y magnética fue su presencia desde el primer momento hasta el último suspiro, susurrando inacabales versos y oscuros cuentos; invenciones todas de locos borrachos, de perros aulladores, de mujeres de parto y poetas banales; quienes llegado el día del saber, prefieren mirar el mundo del revés antes que descubrirse engañados.
Y de esta manera es que los dementes gustan de mirar empecinados su figura reflejada en la brillantez de los charcos, ya enamorados por siempre de su hermosa falsedad y embriagados de los aromas nocturnos, propios de la cohorte de tan fingida dama. Allá ellos se lamentan subidos sobre la barita de su embrujo, como si fueran funámbulos sin red que ya nunca podrán dormir en paz la negra noche del mundo. 

Conciliación

El prado de Proserpina


Hoy me levanté insumisa,
 y como la voz del mudo, 
grito por mi paz,
 atizada por el hierro de avivar
 y alumbrada por la ira.


Stefan Gesell

Y es que las mudas voces del mundo nunca oírse pueden, ahogadas bajo el descomunal peso de la justa injusticia, desterradas de sus camas y repudiadas de sus casas, buceando ahora los indignos arrabales tras las murallas de la vida. 

 Y es que son los vivos
 sin derecho a la vida,
 los que respiran sin permiso...
 ánimas que se esconden
 bajo las losas del mundo 
por no ser vistas ni oídas.

Por eso hoy mi voz es suya y clama por la injusticia que desde la comodidad de mi hogar no sienten mis huesos ni mi boca respira.

Hablen pues los mudos y cuenten cómo se les despojara del modesto vestido del derecho a la vida, sin más razones ni rezos, sin más piedad que la de los fríos dineros, que alimentan la beligerante fragua de la ira. 

Ahora, bajo el nivel de la fosa que se vieron obligados a cavar por las noches y a escondidas, lloran silenciosos los lamentos de las ánimas, y aunque vivos aun aguardan el fin de tal desigualdad, que tendrá lugar en el instante en que quienes les repudian
 y ellos mismos, sean reducidos
 a las conciliadoras y homogéneas 
cenizas.

Tu mentira

El prado de Proserpina




Extrañamente te extraño... no pensé que sucedería, más tras diluirse en mis lágrimas las palabras que fingías, deduje sin dudas que mentías. 
Indulgentemente te marchitas y en mi memoria tu memoria ya está baldía; ya no recuerdo el color de tus besos ni el trotar de tus ojos a la vera mía. 
Tu jaca te lleva lejos, más aun más lejos te destierra el sinuoso túnel de la mente mía; y allá desde la lontananza de aquellas torres que al viento del sur se postran, sé que me llamas sabiéndote perdido por cobardía.
Adiós, amante postrero... mas te digo que nadie más el hueco de tu persona rellenar podría. Adiós, amor imperfecto, perfecto y joven cadáver de primavera por el mal del viento vencida.


Agniezka Lorek


Cabalgar podrán las lomas lejanas sobre la luna llena o bajo el sol naciente en la mañana mía, mas si tú no estás no podrán mis sueños volar, como  volar supieron sobre tu alfombra torcida.
Nacerán nuevas mañanas y, nuevas lunas se prenderán del alto cielo. Crecerán los cachorros y se amarán entre ellos como cada noche se aman los luceros sobre la campiña, y yo un día amaré de nuevo,  despacio y sin abrir los ojos, rescatando aquel sueño que soñamos juntos, mintiendo sobre la boca ajena, tu mentira.

El cáliz umbrío de la primavera

Esse Imaginaria



A veces el horizonte lejano se acerca como besando...
Es la mañana, 
es la tarde, es el suspiro
 de la noche bella...

Agniezka Lorek


Y es la caricia de la vida tejiendo encajes,
 hilando luces, bordando sombras, 
hilvanando suspiros amantes 
que en el inconsistente aire
 se aman y se entreveran...

Son los amaneceres los que llaman a las lágrimas, que incautas brotan lentas por culpa de tanta belleza; y los atardeceres son los que abrazan cansados a las noches claras coronadas de luna llena... y tras ellos, las noches densas no duermen, aguardando impacientes a las albas silenciosas y frescas, para despertar a las  flores dormidas, cabizbajas y de corolas tersas.

Es la vida fresca pues, la que despierta a las adormecidas almas con su intangible tacto de rocío perlado y persa, justo en el instante de caer sobre el umbrío cáliz del mundo, la primavera.

El murmullo

El prado de Proserpina




El mundo susurra constantemente,
 a veces como amante tierno,
 a veces como amante agreste,
 la verdad que a cada instante inventa, 
esa que a cada paso miente, 
la que cada uno enciende
 si a entender alcanza, 
la que apagada queda 
si comprender no puede. 


Agniezka Lorek

Y tan sólo cada uno en su rincón del mundo, 
solo para nacer y amar... para decir adiós, 
y solo para soñar...
  y siempre de la mano del aliento
 que se incrusta en la mente, 
 de la mano del arrullo del mundo, 
que al oído canta y llora, ríe y siente,
 que como hada invisible y como diablo ingente
 canturrea el mensaje que calienta el alma
 y que la frente hiela. 

Canto y aliento
 que de la mano me llevare
 tras de la postrera verja
 que la vida ciega.

La muralla

El prado de Proserpina








Me susurra la muralla, 
me cuenta ayeres intensos, 
mil sangres y amores densos, 
que desde escanciadas albas 
aún bruñen las añoranzas 
de las memorias perdidas. 
No tardarán estas vigas  
en gritar estos mis gritos, 
con viejos alientos míos 
en pos de postreras vidas 



Te besan

El prado de Proserpina





Al amanecer es el beso inesperado de la primavera.
Al amanecer, el breve azahar, blanco aletea,
 tus versos sobre mis manos inquietas juegan,
 consiguiendo rimar lo que no puede ser
 con lo que tiene que ser, a como sea. 


Mariska Karto


Y recordando lo que aún no sucedió, 
y que tal como el florecer del naranjo
 ha de ser en primavera, 
te acercas a mis sueños vespertinos
 y besas casto mis manos, 
que queriendo y sin querer
 te besan.


Igualdad

El prado de Proserpina




¿Ves que igual que tu espejo, mi espejo se asombra? 
¿Que en igualdad para los dos se mecen las albas?
¿Que a cada luz se opone una sombra?
   ¿Ves que amamos los dos como nadie ama? 


Ves quizá el viento atravesar las injusticias,
 como la daga asesina cruza 
el corazón de un infante;
 y ves, notas,  como noto yo misma, 
que los dos morimos sin que importe a nadie.

Nadie es más que nadie. Nadie merece pisar deseos ni lágrimas, y nadie en el trono de la servidumbre merece postrarse. Porque los lados de la verdad somos dos, siendo sin embargo uno sólo en el abrazo de jade.

Si tu sudor se parece al mío 
y el mío necesitas para el viaje...
  si tu vejez y la mía caminan juntas
 en pos del mismo horizonte, 
por qué entonces tú recibes más, 
por qué yo merezco menos 
por el mismo traje?


Perder

El prado de Proserpina



A cada día me siento mejor, 
a cada día más cerca del cielo, 
y a cada paso me siento, cariño
 más cerca tu amor. 


Bronwin-Hill



Se aproxima el momento de abrazar tu recuerdo
que a cada instante figura más terso
como aquel retrato, como tus palabras,
 como tu ser.

¡Nítida estupidez!, 
pues volver atrás no es posible
 y es que ya no se puede 
arrancarte del ayer.

Y encallado como te hallas en sus dunas
desde la lejana tortura de tu ausencia,
te miro y me mira sobre el cóncavo averno,
el silencioso vestigio de tu ser.

Allá a lo alto no hay nada, cariño,
 te condujiste como un niño, 
y tan sólo nos queda perder.



Dos "Atlas"

El prado de Proserpina



Siendo pequeña eché cuentas y pensé que quería ser un hombre... aunque debo decir que después tontamente cambié de opinión. Sí, por esa simple y  aplastante lógica infantil, yo quería ser un hombre, ¡estaba claro, no había color! Y es que pensé: las mujeres trabajan en la casa de sol a sol, pero nadie les paga; y lo que es peor, todos les pisan lo "mojao".



 Nadie respeta su trabajo porque es "trabajo de mujer". Ellas paren por amor, amor que a su vez han de pagar con el sudor de su frente, el riesgo de su vida y el dolor de su vientre… y después, bueno, después quedan como gusanos, colgadas por los restos del fruto alumbrado; para quererlos y servirlos en lo que sea menester.

 A partir de entonces y curiosamente, sus cerebros y sus corazones describen un movimiento de aceleración circular uniforme,  haciéndolas rotar hasta consumirse en torno a los hijos, tal como lo hicieran insistentes satélites ciegos.

 Al fin la mujer, es la sirvienta hermosa y mal mirada, la deslumbrante flor perecedera, objeto de poesías y prosas bellas que pronto marchita el tiempo, cual fina piel expuesta al viento u oloroso azahar del tercer alba.

El hombre, en cambio, acostumbra a elegir su meta y defenderla en un mundo de hombres; tan difícil reto para una dama... ¿tal vez imposible empeño?.

Fuera de la familia, a la mujer sólo se le reserva una pequeña parcela para “jugar” y ganarse el pan; otra cosa por supuesto, sería una ridícula injerencia por su parte.

Pero no llamemos al orden a las estadísticas, tampoco a las razones científicas, ¡no caigamos en tal perorata!, y tan sólo por una vez y sin que sirva de precedente, echemos un vistazo a través de la ventana... ¿Quién lleva el mundo sobre sus hombros? ¿alguien alcanza a ver qué género tiene el "Atlas"?

Pero, a ver, nunca fui mucho de cuentas, más bien de letras, ¿sabes? Así que en este instante sopeso la balanza y pienso: ¿qué interés puede tener este cálculo si le restamos el activo del amor y la entrega, del sueño hecho vida, del dar a luz a cualquier precio, del arrullo eterno y de ser un día sueño, aunque al siguiente ya no sea más que un trasto capaz de sacar cualquier castaña de cualquier fuego?

Yo quiero elegir mi meta y luchar por ella. Quiero ser lo que quiero ser. Yo quiero ser mujer, y además tengo derecho a dar rienda suelta a mi mucha o poca inteligencia y habilidades... y quiero, yo sólo quiero que mi recompensa sea directamente proporcional al producto de mis logros.

Se me da bien trabajar la madera, se me da bien la bioquímica, la economía, administración de empresas, presidiría genial un gobierno e incluso trabajo bien el metal, cualquier cosa puedo ser si me dejan los señores a quienes cuesta tanto ver a una mujer "fuera de lugar", haciendo igual o mejor que él, el que ahora es su trabajo...¡Son aún tan pocos los que de verdad saben querer y respetar!! Pero si consigo acceder, ¿me pagarán lo mismo o deberé aguantar sus burlas y oposiciones, sus acosos y su menosprecio igual que cuando recién fregada mi casa, me pisan el suelo para pasar al sofá y pedirse algo de comer?.
Pasaré por encima de vuestros suelos, caballeros, no sin antes respetar su grado de humedad, y hablaré un poco menos y mejor que mis otros compañeros. También decidiré el futuro de esta empresa junto al resto, y un día llegará en el que crucemos nuestras miradas en IGUALDAD y rotemos eternamente como satélites en torno al mundo, en aceleración constante y circular . Tomaré ese día tu mano mientras disfruto de lo conseguido, y así como dama ausente, fingiré una profunda amnesia de lo sucedido, aunque acuse por tu causa tanto sobresfuerzo para alcanzar lo mismo.


#historiasporlaigualdad.



Hombre

Esse Imaginaria



Todos los hombres son diferentes.
 Todos lucen un lunar, 
un acento en la palabra, 
una montaña que rasga el cielo,
 una sima que hondo llama a las puertas del infierno;
 y todos son ellos, tal que unidad 
enterrada en mil ciento...


Karol Bak


Diferencia la suya que le enriquece y que no delimita, diferencia inmensa allá en cada uno de sus adentros, en lo más hondo de los sueños o en la flor de la piel que distinto brilla bajo el mismo cielo...

Nadie puede ser igual que nadie, y noten con pena que la saña hace que cada corazón latir no consiga al mismo ritmo del corazón ajeno...

Mas sepan igualmente, que todos tras de la luna anhelan el mismo amanecer dorado, la calma de la noche fresca cuando arrecia el verano; sepan pues que cada uno de ellos, necesita agua y pan tras del trabajo, sepan entonces, que todos nacen del vientre abierto de una madre y mueren todos bajo el mismo cielo.

Hombre, fiel enemigo
 y amigo manco... 

Sólo hombre puede ser
 un asesino santo,
 papel e historia,
 anónimo amor 
y amigo ingrato;
conferenciante sordo,
espada y beso,
amable sufrimiento
y soberbio honrado.

Tantos en uno sólo es,
 y uno sólo es 
en tantos... 


Confidente




Todos los días 
el firmamento inclinado 
sobre sí mismo
 me pide un beso. 

Y cada noche,
 la luna torda o blanca o rosa,
 media, llena o nueva,
 se pasea y se pasea
 por la pasarela del cielo.

Y trepo ilusionada
 para verla más de cerca 
y abrazada a su halo,
 preguntarle por tu día 
y  por tu tan lejana noche 
de invierno.


Bogna Altman



Dime, dulce espía, 
de sus quehaceres lejanos. 
Dime, fiel espejo de mis fantasías,
 qué brillos deslumbraron hoy sus ojos inmensos,
 qué penas desgarraron hoy 
sus lágrimas en perlas vivas
y lamentos. 

Dime, confidente del mundo de los secretos,
 del lejano tiempo y del espacio inmundo.
 Confíame dónde se encamina 
la pegada sombra de mi amado. 
Dónde, dime, 
le aguarda la dicha
y dónde le espera 
el desamparo.


Agua

El prado de Proserpina






Natalia Drepina


No sabía volar, era
 agua clara de la fuente,
y su salto, cual relente
que tan presto pereciera,
sus alas jamás prendiera
en un impetuoso vuelo.
Mas quizá, cual liso velo
su melancólico cantar, 
sea de la errante alma el danzar
calmando sed al jilguero.

Azahar

El prado de Proserpina


Y es que es la primera vez, ya se anuncia,
 cada vez que yo te aspiro,
linda flor escondida tras las otras flores
 que alzada sobre cualquier naranjo
 perfumas de cítrico acento todos los rincones
de mi recinto amurallado.

Ernesto Castillejo Ramos


 Y es la primera, 
cada vez que penetras mis pensamientos 
y me sorprendes con tu pequeña humildad
-flor primera de azahar- 
llena de dones...

Y es que respirar tu aroma, 
sello impar del estrecho laberinto
 de las doradas almenas cordobesas,
me da la luz al alma
y plenitud otorga
 a mis suspiros.

Escanciando oro

Esse Imaginaria



En la oscuridad de este averno, 
recuerdo...
En la fría multitud ausente,
te veo...
y bajo mi alma aún doliente
yo no te encuentro
aunque pasen mil años
de invierno...

Recuerdo tu ser pintado en mi piel de hielo, 
recuerdo las simas del pasado ya muerto, 
tu silueta enmarcando mi mundo perfecto, 
tu corazón, diapasón dorado de mi aliento...

Mariska Karto

Recuerdo tus brazos, 
alas blancas sobre negros cielos, 
añoro el batir de tus pestañas esos días 
en que tus ojos aún reflejaban mis ojos,
tan lento...

Te quiero, 
pintando las paredes de mi mundo frío y tordo, 
y lloro tu figura, 
para beber después mis lágrimas sorbo a sorbo...

Amor, mi corazón late por tu corazón ya absorto,
y vives dentro de mi talle, dibujando mis sueños locos,
acompasando mi piano
con notas dulces del pasado,
escanciando oro.

Me hace raro...

El prado de Proserpina

Sin poesía, ¿qué son tus ojos?,
 ¿qué mis sueños, sin su dulce regazo,
 o qué sentido tendría el viento,
 sobre las amapolas en los verdes llanos?.

¿Y los abrazos...?
 ¿Qué el reflejo del sol sobre tus cabellos
 llegaría a ser sin el aderezo de su fantasía,
 o qué sería sin la poesía
 la luna llena transitando al raso?


Mariska Karto


Unos ojos y un sueño y el viento cruzando las amapolas de los verdes llanos, un abrazo y el brillo del sol sobre unos cabellos y de la noche, el astro.
O quizá sin poesía no alzaría nunca mis ojos al sol ni a la luna, ni reparar habría sobre tus cabellos claros, porque sin el cosquilleo de sus alas torcidas reparar en tales cosas, sería vano.

Vano como lo es la contemplación del cielo en la noche, y vano tal que el goce del aroma de unos jazmines en el verano; como leer el mundo en tus ojos entornados, beber cascadas de arcoíris, o abrazar al mundo lentamente con corazón de soñador apasionado.

Si mirar al cielo me hace fuerte,
 y mirar la luna me hace raro,
 he de entonar canciones al viento
 y que subidas al lomo de tal corcel
 repartan opio, azahar y laurel
 sobre los prosaicos valles del llanto.

El hielo de los arrabales





De repente 
todo se ha hecho insoportable, 
la sombra y la luz, 
las montañas, 
los verdes valles...
Se hielan,
se hielan día a día y noche a noche
los ancianos y los infantes,
mientras que cada cual en su lecho se arropa
y se revuelve una y otra vez
para no acordarse.





Mariska Karto



El Sindiós ha llegado pisando fuerte a los que no tienen casa, y quemando con antorchas de remordimientos acallados a los cobardes; mientras el cielo nos contempla cabizbajo en este charco de sangre. 

Se hielan,
 se hielan cada noche,
 se hielan cada tarde; 
los cuerpecitos al viento
 y los corazones cobardes.


Quiero paz, pero no sé del camino; quieren pan, pero no sé de nadie que prefiera alimentar al pobre antes que ver al cerdo engordarse.
Más el cielo resplandece impúdico de belleza cada mañana y se oscurece soberbio al caer la tarde, las amapolas se mecen al viento dichosas y los niños al nacer saludan a sus madres.
Y el mundo gira sin contar los días ni los muertos, y la luna inmensa riela y riela sobre los transparentes lagos que del holocausto nada saben; y los enamorados, los enamorados se abrazan inconscientes, como si al mismo tiempo otros enamorados no yaciesen bajo el hielo frío de los arrabales.



El reflejo

El prado de Proserpina


En esta jaula yo me hallo, 
poseído por tus livianas rejas,
 atrapada por esta llave
 dorada que yo poseo
y que te entrego 
sin usar.

Camille Claudet

En el cielo de tu boca callada 
yo quisiera morir sin aire,
 entre tus manos frías, 
sobre tu mirada altiva,
en tu donaire. 

Y no quiero libertad ancha que me llevare
 lejos del reflejo de tus besos...
Quiero yo, sólo yo quiero esta pesada cadena,
 que entre mi amor y tu indiferencia
 me aprese fuerte o me escupa lejos.

Mas allá a lo lejos, 
en tus pensamientos fríos,
 en tus adentros...
 sólo vive la muerte mía; 
y es que este amor nos es mas
 que del puro amor reflejo.



El muro

El prado de Proserpina


Phillip Weber


Aquí está el mundo, justo frente a mi,
 susurrando monstruosos rugidos 
sobre el taciturno aire
 Aquí se muestra desvergonzado
 mientras, como sirviente a sueldo,
 llena mi copa de mentiras mientras 
 la vacía de verdades.

 Y se levantan muros de muertos allá sobre el dorado horizonte, a las afueras de las ciudades, y se llenan de solitarios las plazas más anchas y de lágrimas espesas ya noto que rebosan los mares. 

Mientras tanto, 
sin pudor ni recuerdo de su existencia, 
se muestran los poderosos vistiendo de Armani, 
al tiempo que desnudan manojos de niños muertos
 de sus amarillentos sudarios;
 a la puerta de las conciencias boquiabiertas
 y amuralladas con ladrillos de falsedades.

No me apetece vivir este mundo, madre,
 yo quiero un mundo de ventanas abiertas
 yo quiero un paisage de "Imagins"...
 Quiero yo inventarme un mundo
 de paz para todos; 
de horizontes abiertos al hombre sediento
 y al cálido viento,
 quiero un verde valle para pacer libre
 las imposibles paces, 
de libertades verdaderas y de no más pospuestos
 amaneceres inalcanzables.


La celda

El prado de Proserpina



Ayer vi desaparecer las ventanas tras los cristales,
caer vi los horizontes por las pendientes de los sueños,
recorrer pude los prados y las riberas,
 pegada a las celdas de los demás presos
 que jamás supieron desfallecer.




Ayer el sol no se puso y hoy aún permanece
 erguido sobre los relojes del mundo
 Ayer supe, mi vida, que no hay muros
 ni alambradas capaces de encerrar el cariño
 que en mi malgastaste, 
el que jamás te devolví.

Y ayer amanecerá ya por siempre frente a mis ojos,
 y se eternizará el instante perfecto 
frente a los porvenires más oscuros
 y menos cuerdos. 

Escojo pues, de entre todos mis desvaríos
 el más cercano a ti, 
el menos mío;
 para decir adiós al mundo
y abrazarme fuerte 
a la tabla endeble
 de tu latir.

Insomne

El prado de Proserpina




Jaroslaw Datta

La noche se ha echado a dormir, tiene frío
El cielo, oscuro y teñido de añil, se esconde allá a lo lejos
Tus ojos, cerrados sueñan sueños viejos
mientras caen en mi red, entregados cautivos.

Fuera, la luna se mueve lenta y parsimoniosa sobre las telarañas vaporosas de su olimpo, eligiendo vestidos que enseguida desecha, hipnotizando insomnes, enamorando toros, pariendo hijos... 

Y yo, como siempre, la miro sin saber la causa de mi insistente insistencia, presa para siempre de su leve gravedad de fresa y menta. 
Y la miro y la miro y suspiro y me abrigo, mientras imagino las apariciones que desde su magnética lejanía inspiran mis suspiros. 
Y se esconde no se esconde, y el viento juega con su luz prestada cuando se refleja en la era, acariciando a los locos sonámbulos, que cada noche escapan a hurtadillas de sus mantas para presenciar su altiva indiferencia.

Ven, luna, y dime qué cuento cuenta tu piel sureña, dime por qué causa ilumina tu luz fantasma estas fantasmagóricas piedras; dime, si es que sientes, si es que alguna cosa anhelas, y qué buscas cada noche cuando te asomas al puente y al patio, cuando en estos estanques tranquilos te reflejas y cuando apartando los espesos jazmines, a las ventanas de las solitarias torres de esta ciudad abrazas y trepas.   


Cuento de amor

El prado de Proserpina



Estaba en lo alto de aquella loma,
el viento silbaba,
la vida se deslizaba como agua,
se alejaba como hoja...

Y allá en lo alto de mis pensamientos
 que silbaban como viento,
y como corriente de arroyuelo
 cuando se aleja entre las sombras,
pensé cómo es vivir y en cómo
 amé y perdí grandes imperios,
 que más tarde encontré
 en tus ojos cerrados al viento
 y en los míos fijos al sol.


Kile Zabala

Supe pues desde mi atalaya cómo
ni la inocencia perdida,
 ni la recién nacida ilusión
 saber podrán caminar el sendero
 de vuelta a mi corazón.

Nublóse entonces el día,
acercóse pues la tormenta
 pausada del frío que hiela los huesos,
 y despertáronse tus ojos de la dulce cuna del viento,
 cerrando los míos de la hipnótica ceguera del amor.

¿Quién eres tú?
¿Quién podré ser yo
sin el espiral canto del albor;
y qué podrá ser de la sombra
sin que la proyecte el sol?.

Y la vida no es más que un instante
de magia que dura hasta que dura el dolor;
  un beso al aire y sin reflejo el abrazo,
o la honda vuelta eterna a la luminosa cuna del yo;
 que ni inocencia perdida,
 que ni recién nacida ilusión
 saben caminar el sendero
 de vuelta al corazón.

Y se elevaba en ese instante desde las profundas entrañas del horizonte violeta el amarillo recién nacido del sol, el cielo se teñía de naranjas y azules, y tus alas se abrieron al viento en un desperezo de hambre y candor. 

Viniste de nuevo a mi, 
y en nuestro nido de terciopelo
 amasaste insistente y bello
 mi caprichoso cuento de amor.

No soy de aceite

El prado de Proserpina


Parece, y no quiero hablar muy alto, que desde hace dos días este blog (mi casa, mi almohada, mi cuaderno de borrones y mi pista de pruebas) ha vuelto a funcionar. Cuando por fin entro y lo veo "completito", o sea, con comentarios, con barra superior y con toditas sus absurdeces, ha sido como haber estado desahuciado por riesgo de derrumbe y que al fin me devuelvan las llaves. 



No me importa si se me cae encima, porque si algo se me tiene que caer encima, que no soy de aceite; que por lo menos sea mi casa...
Chi, durante todo este tiempo he podido crear nuevas entradas (no sin dificultades, eso sí), pero sin verlas...Y ya estamos en casa, ya puedo ver los comentarios que habéis estado dejando en mi ausencia, esos que no pude corresponder... Muchos se cansaron, pero otros, otros, aún sin respuesta por tanto y tanto tiempo, habéis perseverado, y cómo..!!

Ya hice unas cuantas entradas para agradecer: agradecí la amistad, los apoyos, los comentarios, la guía, los ánimos y tantos y tantos premios... y aunque no me importa repetir, que ya me vale, digo gracias, sí, esas siete letritas incombustibles cuando son sinceras, y GRACIAS por estar cuidando de mi casa en mi ausencia...
No sé cuanto durará este permiso domiciliario que Blogger me ha dado porque nunca supe cual fue mi crimen, creo que la ignorancia de no haber sabido solventarlo. Pedí ayuda a "AYUDA" (...) Fue una experiencia de tontos...
 ¿De verdad que esos chats de ayuda sirven a alguien? Un señor se hizo cargo de mi problema, pero ese señor tan listo nunca supo identificarlo... En fin, sin problema no hay solución.
Pero llego el mismo día de Reyes, el cinco de Enero, y mira por donde todo está diez!
Gracias Reyes Magos, me habéis traído el regalo perfecto, el que cuenta incluso con el factor sorpresa, (aderezo tan recomendable cuando se cocina un regalo).  Chi, es el regalito que nunca pedí ni a Melchor ni a Gaspar ni a Baltasar, porque mi única carta iba dirigida a Google; pero ustedes, como decimos a los hijos y nos contaron los padres, sabéis ver los corazones de la gente jajajja 
En fin, espero que estos Reyes hayan sido igual de generosos con todos los que tenéis a bien entrar por mi casa.
PD: Por cierto, las macetas están más bonitas que cuando me fui.


GRACIAS!!


El balcón

El prado de Proserpina



He vuelto a volver. 
El camino se hace y se deshace, y pareciendo que la meta alcanzara, se desvanece, entre las brumas del rememorar de tu risa y el relente...

He vuelto a volver,
 a la casa de tus besos,
 a la de tus sienes.

Vuelvo al hogar, al acurruco y a la risa pequeñita de la confidencia sin disimulo. A la complicidad del par perfecto, y a tus manos que se abren a mi como cuna que me mece el sueño...

Kanisa A.


Me extrañen el cielo y el infierno, me llamen el agua y el fuego, y se me entreguen los prados verdes coronados de blancos cabellos; que despreciarlos deberé por abrazarme fuerte, fuerte a tu fuego.

Y la tranquila ave taciturna eres de mi cielo,
pues no hubo águila ni halcón existiera
 que sobrevolar pueda el balcón de mi pecho.

El arrullo

Esse Imaginaria



Cuanta soledad con toda esta gente por todas partes...
Me mata esta soledad preñada de presencias expectantes.

Osamu Obi

Silencio, ausencias, aire...
Nada ni nadie,
 silencio...
Un trino perdido,
una nube que se arrastra,
el arrullo estrepitoso y autémtico
 de las hojas de los árboles...

Soledad serena,
 dulce dulcinea,
 que me habla bajito palabras de aire, 
y me acuna, me mece, me enseña.

Nada ni nadie,
 respiro profundo y no temo pensar,
 ni recordar ni crear nuevos mundos
 de apetecibles dulces salvajes.