Gaviotas






Por mucho que la muerte me llame,
 si las gaviotas revolotean cerca, 
la vida viene y me invade
para aliviar mi condena.





Y por mucho que llame 
la señora quieta a mi puerta,
 si los pájaros sesgan mis cielos,
 mis oídos nunca la oyeran. 

Porque como un zigzag
 la vida me invade y desprecia;
 asemejando fuerte a una playa
 de olas indecisas e inquietas.

Y hoy mi casa, 
que está sola y templada,
 entreabre su puerta al alba
 y la cierra bien fuerte 
cuando el sol no la ciega.

Llame pues a mi puerta
 en vano la fría dama indiscreta,
 que sin reclamo ha de caer mi cancela,
 cuando el fuego de la vida
 no prenda.

Enclaustrado todo lo bueno









Lamento haber llegado a la certeza
 de que ya nada hay cierto;
 salvo el cálido sol, salvo la luna fría,
 salvo alguna estrella que luce
y ante todo, el color betún de tu pelo...

 Pero acá bajo las nubes
 ¿Qué hay de verdadero? 

Que no sea el acierto
 de la luz en tus pupilas,
 o el aliento rosa del alba
 al deshacerse la noche
 como miel y caramelo

Nada ha de haber, 
yo no lo encuentro...


Yossi Kotler



Y beben los gorriones de los charcos,
 ajenos a todo lo nuestro; 
ajenos al fin de sus días, 
y sin importarles el fin
 de los nuestros.

 Aquí abajo hay desencuentro y guerra,
aquí hay desaliento y miedo; 
aquí sólo hay mentira 
y tiranos vestidos de nobles
 para esquilmar al pobre
 todo su aliento.

Vendavales de alientos robados
 guardan en sus bolsillos sin miedo, 
mientras ahorcados mueren a miles
 los rebaños de borregos 
por aupar aun más alto sus fueros.

Vendavales de aliento de niño, 
huracanes de suspiros de viejos, 
ninguno satisface su hambre
 ni su codicia de cacique obsceno.

Ya no te miro, ya sólo temo; 
todo lo malo se ha  derramado, 
y enclaustrado ya sólo queda
 lo bueno.


Mis ventanas





A empujones pequeñitos
 se me abalanza la dulce realidad;
 a bocaditos chiquitos de azúcar
 consumo el camino al andar, 
mientras la luna sube a su nube
 y mientras suave luego 
baja despacito de su tobogán...

 No hay prisa 
en las noches calmas,
  porque todo paño
 que cubra el cielo 
 tejido es de transparente
 hermosura y paz.


Andrey Belichenko y Masha Buhtiyarova





Entorna pues los postigos, 
que se nos viene encima la calma,
 y abre bien ancho tus ojos, mi niño,
 que alto y verde es el camino
 que de vuelta nos lleva a casa.

Vende baratas tus desgracias,
 que la risa que nace del llanto, 
cubrir sabe de tierno manto 
todos los valles de lágrimas. 


Entorna pues los párpados,
 en inclina tu mirada, 
que para ver el cielo mismo, 
son tus ojos mis ventanas.



Niña Paz





¿Por qué sostienes tu mirada?
¿Por qué retienes tu suspiro,
tu risa misma?
¿Por qué la tierna caricia tú escondes?
¿Cuando vives sólo de vida
y de la vida eres simiente?


Olbia Lula



Mas nunca duermas sin respirar la paz,
y nunca llores sin esperar parar;
sólo conquista cada minuto
y llena tu casa de risas,
y sé tú misma la brisa
cuando no puedas respirar.

Y sóla estás ante el mar,
sólo tus labios saben besar
amorosamente las nubes,
primorosamente las flores,
y hondamente las fracturas
rojas del dolor de amar.

Y no habrá injusticia
capaz de enfrentar tu paz,
no una serpiente capaz
de enredarse en tus sueños,
llenos de aires sureños
capaces de la mentira
embaucar.

Y besa en la boca,
como cauce que se desboca
cada mañana, cada minuto;
y bebe a morro de los arroyos
cristalinos de los caminos,
abrazando cada odio para enfriarlo
en el vino ardiente de tu paz.








Con tu porqué









Tuve una vida y la perdí, 
 y un amor tuve que olvidé,
 y una luna enamorada,
 y un sueño tuve
 con su porqué...



Viktor Franko


Y hoy una sombra

 a mi me cubre,
 y el sol me huye, 
lo desprecié.

Pasan las horas 
unas tras otras,
 menguando auroras 
que a cada instante  
visten de ayer.

Te dije adiós sin saber porqué, 
en pos del mundo yo me marché,
sin notar por un segundo 
 que tú eras lo más profundo, 
 que te olvidaba tras de mis pies...


Las noches hoy parecen frías,
 se te semejan todas al biés, 
y las estrellas callan celosas
 esa canción de nana hermosa
que me cantabas y les mostré.


Tuve una vida que perdí, 
 y un amor tuve que olvidé,
 y una luna enamorada,
 y un sueño tuve
 con tu porqué...

Claustrofobia




Esta quietud de vértigo
 me produce claustrofobia; 
el mundo no tiene cabeza, 
ni la quiere, ni la necesita. 

Los hombres no escuchan, 
no entienden, no aprenden, 
no saben respirar.

Esta quietud me produce claustrofobia.

Nada cambia, todo se repite,
 cada error, cada palabra equivocada 
y cada ausencia de caricia...

Una y otra vez, 
como atracción de feriante imberbe,
 el hombre mata, el hombre llora,
 el hombre no siente...

Da lo mismo, que lo mismo da
si un hombre es santo o sostiene un tridente,
 si ambos hacen llorar a niños y ancianos,
 sin remordimiento ni sombra de este.




Agniezska Lorek


Y el mundo va y viene, y viene y va
 sobre la marea del capricho
 de este patio de niños
 que no aprenden.

Y el diablo maneja sus hilos, 
sonriente y divertido;
 subido a la fuente eterna de la estupidez,
feliz de verse vencer
 sobre el orbe del desconcierto,
  de la guerra y del frío
 de la gente.


El sigilo






No todo en pos de la belleza,
 no todo...

No todo por beber el sol,
  por nadar la nubes,
 por danzar al son de los sones
 del trigo bajo el viento,
no por dormir tu nido...


Mariska Karto




Porque no hay fuera,
 ni dentro existen hambres ni bocados,
que me sacien, si tu pan yo no hubiere,
o si ya no me mirasen tus manos.

Porque el desahogo tuyo
de ladrillos y de silencio,
levanta y construye 
el desierto mío;
 afonía que aprende a gritar, 
tras las cortinas de la prudencia
 y el macabro velo del sosiego impío.

Teme pues al agua lisa, 
demonio hermoso del sigilo; 
teme, pues ha de ser su copa plana
 la que hoy colme tu grito. 

Al-Zahra, niña venganza



De gacela tu mirada,
y linda estrella, tu llegada;
el infierno sería no verte, 
ya eres el himno de mi alma.

Una sierra para tus ojos,
y mil almendros de flores blancas;
nieve cálida para tu risa
que hoy se apaga por honda falta.


"al-Zahra"
Obra de mi gran amiga y artista Olbia Lula





No hay tesoros, no hay palabras,
 no hay poderes ni plegarias,
 que sequen este paño inmenso
 donde guardas hoy tus lágrimas.

 Mas yo, alto califa del mundo,
 las recojo entre sollozos,
 desde el suelo ya caídas 
y derramadas.

Y lloras, mi niña, 
y gimes ante estos muros de oro,
 y estas fuentes de mercurio y plata;
ya nada prende la lumbre de tu sonrisa,
 que necesito, mi vida,
preso de ti, para no morir 
sobre mi almohada.

Temen mi mano pueblos y ejércitos,
se pliegan a mis plantas reyes y espadas,
mas no poseo regalos ni oros que a ti te sacien,
y mis tesoros y mis caricias, 
ya no son nada...

¡Y triste, triste tú te hayas! 
Y yo arranco por ti estos paisajes,
 doblego el curso de los ríos
 y hasta el mismo viento detengo
 frente a tu frágil estampa; 
pero nada puede hacer el rey del mundo
 por conseguir una sonrisa de su al-Zahra.


Resplandeciente ella fue regalo,
 para el califa que la asediaba,
secuestróle al instante cuerpo y alma;
y ya no fue más el rey, 
sino el esclavo de su esclava.

Esta sierra, para tus ojos,
y estos almendros de flores blancas;
nieve de verano para tu sonrisa,
que no se apague jamás por nada.




Con todo mi cariño y admiración por el trabajo de Olbia Lula, cuya al_Zahra, me sirve de inspiración para esta entrada.

Días robados






Días robados se ofrecen a escondidas,
 como ambrosía que se prostituye
 desnuda y fresca junto a los labios yermos.

Y yo los tomo, como tomo el vuelo
 de los pájaros, cuando dibujan
 con sus alas verdes de la aurora el rosario,
 que ya no ven tus ojos bellos.



Rachel Baran


 Mala es la conciencia que me posee,
 por ser capaz, como lo estoy siendo,
 de disfrutar, aún sin tus manos
 los cielos estos. 

Y es mala la memoria, y quiero y sueño, 
para olvidar el rastro amargo
 que arrastran mis risas 
en este aire que ya no aspiran
 tus labios tiernos...

Y aún sin ti cruzan veloces las aves
 el arco azul del firmamento;
y aún sin ti mi pecho arde
 cuando les persigo
 desde el marco estrecho
 de mi tormento.

 Porque no son estos tus gorriones, 
no son sus hijos ni sus nietos; 
mas saben volar muy alto
 y cruzar saben raudas sus alas cerca,
 muy cerca de este alféizar, 
para tentarme a ser feliz, 
aunque no quiero.

El nido





La vida transcurría por su cauce de lana y risas, 
 cuando de repente, y sin saber la causa,
 camino, sombra  ni alevosía, 
mostróme su áspera hiel 
la nostalgia...

Gabriel Vertel



¿Cómo ha sido? ¿Cómo pudo ser?
 Que ahora no haya tierra bajo mis pies,
y que el sustento de mi alma, caído se halle
 sobre el mismo nicho de mi alegría...

¡No hay suelo! ¡Ya no hay alma!
 ¡Ni sueño hay, ni nostalgia!
 Acabóse el terciopelo, 
escanciáronse todas las albas, 
no hay ya azúcar que me sacie,
 ni aceituna que me agrade
 bailando verde sobre las ramas. 

Y vendrá pronto la esperanza 
a poner su nido sobre mis palmas. 
Y yo la dejaré anidar,
 y a sus hijos veré alborecer 
sobre el cálido refugio de mi alma.

Y frente a mi veré crecer
 el fuego de los cuchillos y las espadas;
 y una nana les cantaré, 
para que duerman tiernos aliñados en laurel,
 hinojo, opio y mil fragancias.


La guitarra




Un sonido
ronco y profundo rompe
 el calor como un cuchillo 
que por sangres, vierte versos.

El aire tiembla y llora,
 la garganta detiene su latir, 
y el alma y el cuerpo atienden al son,
 que es diapasón dorado,
 de vino blanco y lamento.

Juan Luis Seco Herrera Lorenzon 


La guitarra, confunde su latir,
 con el tañer lejano de una campana
 que cimbrea su eco en las estrechas calles
 del recuerdo.

Y plañe el alma y grita de júbilo el sueño,
 y se precipitan los dedos del arte puro,
 sobre las cuerdas mismas del llanto bello...

Y tañe la tormenta de la emoción
 sobre el futuro que se da la mano
 con el recuerdo; 
y el alma pura del pueblo llano 
se acuesta esta noche en el lecho alto
 del arte, de la sangre caliente,
 y el suspiro de un verso.

Vicente Amigo


Tu geranio...








Hay una cosa que me dejaste, madre...

Un recuerdo de tu alegría, 
un suspiro que por tí suspira,
 como poema libre de mañana,
 y en la tarde, soneto fresco 
olor a dulce duende...

Juan Luis Seco de Herrera Lorenzo



Y se me enreda en el pelo
 tu aroma, y en la mente, 
 y en el recuerdo, se culmina 
en pregunta cristalina 
que nadie entiende...

Trajiste una flor, dulce doncella,
 una flor de la tierra aquella 
 donde las flores saben de métrica
 y de cariños se mantienen.

 Lo trajiste, madre mía 
de donde las niñas clavellinas
bailan al corro con la fuente...

Madre mía ¡mira tus flores! 
sobreviviendo a tus simientes,
 madre mía ¡mira la vida! 
cómo queda inmóvil y fresca,
 alimentando su lozanía,
 de tu recuerdo inacabable,
 como el aire puro y como el cielo,
 y como el agua fresca, 
cuando pasa despacito, despacito,
 debajo del puente.

Para mamá

Baladí



A veces, si lo dejo,
 el viento de los recuerdos
 me hace trenzas,
 y con los lazos del pasado 
se me enreda el porvenir...

 A veces, si me dejo, 
regresan como sueños
 a mis párpados tus párpados,
 dibujándome miradas 
que deletrean "baladí".



hiroshi nonam


Y no habrá amor pasado 
como el que está aún por venir,
 porque ni el presente 
ni lo que aún me recuerda a ti,
frenar consiguen mi sufrir 
cuando en el pelo me hago trenzas
 que como tú huelen a jazmín.

Y no puede haber cuadro 
como el cuadro del recuerdo,
 no hay futuro, no hay acuerdo;
 porque el pasado se empeña
 en apesar de pasado ser perfecto;
 y lo que todavía no fue 
se extravía en el infinito viento. 

Pinta pues, pintor 
de los amores perfectos,
 un amor pasado, porque el futuro, 
no ha de dibujarse
 hasta que lo haya trillado 
el crudo fuego del recuerdo.

Miénteme, que yo te creo



Míénteme, que te creo, 
amor mío, miénteme;
que si dices día el sol sale,
 que si noche, se hace eco. 

Miente pues, 
dime rosas abiertas, 
dime alegrías, 
dime parabienes 
y di cerezas. 

Y que la sangre brote galopando 
sobre la luz de tus dos estrellas;
 y que el aire baile bajo tus dos alas,
 que son mías,
 y las sostenga...


Melissa Nucera 

Miente fuerte, cariño,
 miénteme, que yo te crea;
 que al despertar de tus mentiras,
 bajo las losas del suelo entierro yo, 
tus altos requiebros
 y tus promesas.


Los mismos locos

La pasarela del cielo



Todas las tierras comparten 
la misma luna y el mismo viento, 
todas las madres el mismo llanto, 
todos los viejos el mismo invierno...


Al fin y al cabo todos los locos pisamos la misma
 tierra, aunque en mundos distintos vivamos...



Anilah 

Y así ocurre que sobre las nubes se conducen los locos azules,
 y los rojos locos bajo los rastrojos;
 y que se arrastran ingratos los idos amarillos
 descifrando el vibrar de las alas de los grillos...

 Y los unos dicen ser mucho mejores,
 mas mejores son también los otros,
 porque en sus nanas les hablaron de personas de alta cuna y les contaron de otras cuyas locuras no valían el polvo que del suelo iban levantando.

Mas todas las tierras comparten
 la misma luna y el mismo viento, 
y todas las madres el mismo llanto; 
todos los viejos conquistan el mismo invierno,
 y cada invierno precisa su manto.

Y así resulta que todos los locos pisamos la misma
 tierra, aunque en mundos distintos vivamos...


El viento






El viento me hace libre,
 me hace libre, lo siento; 
la soledad de lo incierto,
 el aroma del cielo abierto,
 su susurro y su estruendo...





Y el cielo resulta inmenso
 cuando lo peina el viento,
 y mi alma pequeñita se hace grande,
 por abrazar tan grande encuentro...

Me hace grande, de aire me hace,
 como ámplio se abre el horizonte 
cuando despierta el día
 y bostezando el sol
 se alargan los brazos largos
 del entendimiento.
Y respiro hondo y me veo
 y lo veo todo con estos ojos pequeñitos
 con los que en la noche 
me gusta mirar un cuento.

Y hace viento, esta noche hace viento,
 y las puertas llaman inquietas
 a la comisura entreabierta 
de estos párpados negros;
y se cuelan por todas las rendijas,
 algunos sueños encantadores 
que me llevan en espiral caída 
sobre tus brazos consentidores.

Y el viento me hace libre,

 me hace libre, lo siento...



El patio de los naranjos

Esse Imaginaria


Era la primavera
y era el sur.
 Eran las cuatro de la tarde
 y el aire ardía en aromas...

 El patio de la Mezquita

 cantaba calladito los ecos de los pájaros, 
y cantaba los colores del agua
 que nunca cambia el otoño infinito
 de su caída...



Stefan Gesell




Los azahares habían tomado todo el espacio
 en una invasión de blancos pétalos, 
que colgados de los naranjos
 impacientes empujaban aún cerrados, 
lidiando por abrirse allá donde lucen hoy
 los que aún son tersos...

Pétalos de grueso blanco perfecto,
 rezumaban el elixir de la vida
 que me posee impúdico 
a cada latir de mi pecho

Y huele a azahar,
y el patio canta,
 y las piedras callan
todos sus silencios.

Huele a azahar
como hace tiempo,
y reina el azahar
aquí en mi pecho

Y el agua canta
de la paloma el vuelo,
y en la Fuente del olivo
serena lo sella y descansa.

Reina el azahar,
el sultán cede su puesto
a la flor de amar,
a la flor que guarda
hondo, muy hondo
 todos sus secretos.

Y los muros gritan callados,
 muy callados sus silencios,
y de las piedras las heridas
aspiran primaveras,
y acunan y acunan la cuna
del sueño ligero de
sus misterios...

Alcázar de arena y fango

El prado de Proserpina


El pasado quedó atrás, 
igual de atrás que quedará 
este presente al rememorarlo... 

Black and White fashion Photography






Muy atrás, dicen, tal que el futuro que pisando fuerte alcanzar no podrá algún diablo por más que urda sus complejas diabluras de flamas imperecederas... Consumido pues queda en su alcázar de fría arena, cuando olvidado las esquinas de la memoria aún torciera; más no vi nunca persona, animal o sobrenatural brujo condenado, capaz de adelantarse al presente que presto se amontona en alguna duna perdida junto a todo lo terminado... 

Carreras no valen,

 y no son pudientes
 para este menester
 los hechizos ni las plegarias
 de los mansos. 

El pasado es la algamasa a veces hermosa y a veces horrenda, pero siempre fuerte, donde los pies se clavan hondo mientras los aromas venideros, revolotean locos las arriesgadas azoteas de los días prometidos, que sobrevuelan los gorriones tordos... 


Si hermoso, dulce; 

si triste y salado, charco,
 pero además barrizal profundo
 sobre el que igualmente firme pisan 
los poderosos pies que impulsan 
 a los ángeles alados,
 y los pájaros bellos,
 cuando esbozan sus altos vuelos 
en los arriesgados alféizares, 
 con primerizos saltos... 

Vuele pues sobre las cornisas del alcázar de lo acabado quien hoy llore, y también vuele alto quien haya antaño ya llorado; vuelen confundidos por sus rincones los diablos a los cielos inmensos que sostiene el atlas y vuelen igualmente los añorantes, por querer ser siempre amados.


El pasado quedó atrás, 

igual de atrás que quedará 
este presente al rememorarlo... 

Lo que uno es





Nada más caer desde el cielo 
o desde lo más profundo de la tierra emerger; 
nada más abrir los ojos, 
y al punto mismo de aspirar el aroma 
de los primeros y oblicuos rayos, 
descubrí que sólo hay
 el brillo de la soledad
 pegada a la piel.

Sola para nacer, sola para lidiar, sola para soñar y hasta para el mismo sueño perder...


Agniezska Lorek

Y no es magma ceniciento la soledad, ni es mala, ni cruel, no es bruja terrible, ni agujero inmundo; tampoco es error profundo ni futuro que me haga enrojecer; pues cuna es del conocimiento y del productivo deambular del ser, amiga que fermenta la serena alegría y que acuna el arte manso de darse sin pedir nada a cambio y sin exigir de nadie lo que se dé... Pues solo se nace y solo se ha de partir por la pendiente más acusada que se enfrenta al perecer; y mientras tanto tan sólo se puede dar lo que uno es. 



Con tus ojos haces lazos

Esse Imaginaria

Yo te quiero lejano 
y subido a las estrellas,
 te quiero alto y te quiero poderoso
 como la poderosa tierra...

Quiero mirarte envuelta
 en el aliento cálido de mi casa estrecha, 
allá sobre tus nubes de esparto, 
trepando montañas ardientes,
 lidiando dragones poderosos,
y venciendo perdidas contiendas...




Y me miras como quien no ve nada,
 como quien olvida el pasado 
y su futuro trenzado; 
atravesando el mismo aire
 con la daga azul de su mirada...

Y me miras sembrando

 tu mirada en mi mirada, 
y con tus ojos haces lazos
 que hacen presa mi alma.

Y me ves y me ves, 
como se ven las cosas extrañas
 que nunca se hacen sucesos; 
como un extraño ser...

Y durmiente, yo te extraño,
 mas igual que hacen los ángeles,
tus ojos claros dejan caer 
las lágrimas de tu ayer 
sobre mis zapatos...

Ya no busques más inocencia
 en mis manos.
 Ya no hay más veces primeras,
 se me gastaron.
Ya no las busques nuevas 
en mis ojos ajados,
 que no verán más el mundo 
como la primera vez,
 porque la primera vez 
quedó dormida en el sueño
 de aquel ayer, despertado.


Tu sombra




De puntillas pasa la luna, 
de puntillas, las estrellas, 
despacito y tras ella,
calladitas una a una...

De puntillas llama el alba
a la aldaba de mis venas,
a escondidas y a la vista
como prendidas velas.


Michael Creese

Y el torrente rojo empaña 
de carmín las azucenas, 
río de vida embravecida
 bajo el sol que duerme siesta.

Las almenas se derriten, 
se evaporan las torres viejas,
 el otoño duerme a la solana, 
de aceituna, vino y menta.

Y tu sombra, amor mío, 
umbría y siempre fresca, 
a cobijarme viene del sol bravo, 
vida mía, 
como la manta de tu cuerpo
 bajo el frío cuando hiela...

Y poderosas como miradas,
 soberanas, como rosas abiertas,
 se abren tus dos alas sobre mi cielo,
 cuando se hace salvaje manantial 
y tormenta...






La llovizna




Sobre la lisa alfombra del estanque de la vida,
 se posan cansadas todas las albas,
 y de lo hondo de sus aguas 
a veces dulces, otras amargas,
 los llantos parten ingrávidos,
 en busca de un cielo cambiante
 que sólo en el último momento
 descansa...

En la lisa alfombra de este estanque
 se suicidan desnudas todas las hadas, 
cansadas de sobrevolar los sueños de los infantes
 y de colarse juguetonas en sus casas;
 para después ser enterradas muy hondo y sin duelo,
 bajo la gruesa losa de la sabiduría,
 triste, huraña y escasa...


Stylowi



Y ya acabáronse todos los días de soñar,
 apurados quedaron, y pegados sus recuerdos
 a las paredes de esta estancia, 
como restos podridos de caramelos
 que atados a su recuerdo
 alguna alma infante olvidara.

Mas no ha de importarme 
la muerte de ningún hada alocada,
pues mis sueños manan y manan,
 como serpiente sin cola que repta lenta y sinuosa
 sobre la hierba fresca de esta pradera esmeralda...

Acabáronse, mas no me importara, 
porque sobre la lisa alfombra de la existencia,
 se precipita infinita, suave y sin cesar,
 la llovizna de nuevos pétalos de azahar, 
que juega a querer y a refrescar
el reflejo de aquel hermoso pasado,
 suavemente posado 
sobre su brillo en el mar..